Antaño la profesión docente era respetada, valorada, admirada. ¡Antaño! Respeto, esfuerzo, autoridad, valores todos ellos que se inculcaban en la familia.

La pérdida de valores de la sociedad, la dimisión de la familia como primer agente educador, y la falta de apoyo y de reconocimiento de la labor docente por parte de la Administración educativa hacen que esta bonita profesión se vea envuelta en una contagiosa situación de crisis. Aunque la crisis por la que nos vemos afectados los docentes es de muy distinto tipo, se trata de una crisis profunda, endémica, que afecta a nuestra moral minada. Toda esta reflexión se debe al último despropósito que la Consejería de Educación ha suscitado: el calendario y la jornada escolar. Se ha creado un gran debate social, todo ello con una perversión, manipulación y falta de transparencia que, al menos a los docentes, ya no nos sorprende.

Se utiliza como argumento falaz, que con un aumento de 5 días lectivos se mejorará los rendimientos académicos de los alumnos y la calidad del sistema educativo. El argumento subsidiario --si bien resulta ser el de mayor peso-- es la necesidad de conciliación de la vida laboral y familiar. La conciliación de la vida laboral y familiar no se resuelve con el adelanto del calendario escolar.

Se obvia la necesaria y compleja planificación que al principio del curso requiere cada centro escolar, que repercute en una mejora del sistema, si es lo que se pretende.

Se rompe de forma unilateral por parte de la Administración las negociaciones en curso, desoyendo la petición sindical de una demora en la respuesta. Se decreta. Se vulnera y traiciona el diálogo social. Se falta a la verdad.

Y es que no resulta cierta la relación causa-efecto que se pretende vender: a mayor número de días lectivos, mayor rendimiento académico del alumnado. Analicemos con datos y dejemos al descubierto las demagogias de la consejería: en Andalucía se imparten 875 horas lectivas en Primaria y 950 en Secundaria, mientras que en la media de la OCDE para alumnos de 7-8 años se imparten 770 horas, y de 9 a 11 años, 810 horas. Finlandia, el país que mejores resultados obtiene en los últimos informes PISA, tiene 640 horas en Primaria y 856 en Secundaria. En Andalucía, el número de días lectivos está en la media española, ni más ni menos.

Los datos hablan por sí mismos de lo falaz y demagógico que resulta el argumento que la Administración pretende esgrimir. Cabría preguntarse si la Consejería de Educación no pretende desviar nuestra atención de los verdaderos problemas que aquejan a nuestro panorama educativo. La mejora de la calidad del sistema educativo ha de pasar irremediablemente por alcanzar un pacto por la educación que estabilice el sistema, aumentar la inversión en educación (está muy por debajo de la media de la OCDE), reducir las ratios, desburocratizar la labor docente, agilizar la cobertura de las bajas, dignificar nuestra profesión y reconocer nuestra autoridad.

* Presidenta del sector de Enseñanza de CSIF Córdoba