De vivir aún, hoy día 7, habría cumplido los cien años. Para mí, desde mediados de los pasados sesenta y hasta su fallecimiento en su modesta casa de Recife, fue todo un referente de la Iglesia universal. Por aquellos años, Dom Hélder Cámara , nacido en Fortaleza en 1909, sería muy renombrado por su constante compromiso con los desfavorecidos y, cómo no, por su inmenso trabajo en favor de la paz y la liberación de los pueblos oprimidos. Recuerdo que él mismo dijo en alguna ocasión que mientras alimentó a los pobres le llamaron santo, pero que en cuanto comenzó a preguntar el por qué había tantos comenzaron a llamarle comunista. Después de múltiples amenazas y persecuciones por su pensamiento y compromiso social, el propio Santo Padre, en su visita a Brasil de 1980, llegaría a abrazarle mientras le llamó "hermano de los pobres". Así fue siempre éste profeta de nuestro tiempo durante su fecundo sacerdocio, siempre intentando cambiar las injustas estructuras para acercar a Cristo a los demás y lograr un mundo mejor. Mientras vivió hizo suya la causa de los más empobrecidos, a los que prestó su vehemente voz en las continúas luchas por las desigualdades y para conseguir unas mejores condiciones de vida. Su defensa del ecumenismo, de los derechos humanos, y su interés por la paz durante los 68 años de su ministerio, fueron en todo momento el motor de su vida, si bien no pocas veces fueron silenciadas sus palabras por aquella derecha extrema y por quienes le consideraron un "obispo rojo". Fueron los mismos que le boicotearon en su propuesta para optar al premio Nobel de la Paz o quienes atentaron en contra de su vida, al no desear que adquiriese mucha más notoriedad mundial de la que ya poseía. Porque él siempre supo aprovechar su inmensa popularidad en favor de los perseguidos y humillados por las dictadoras latinoamericanas, lo que le convirtió en un símbolo de la Teología de la Liberación y para la llamada "Iglesia de los pobres", sin duda en una de sus figuras más carismáticas. Desde que, en 1936, fue trasladado a Río de Janeiro, tras su ordenación sacerdotal cinco años antes, organizó la Juventud Obrera Católica y ya se vino entonces a preocupar por las condiciones de vida de sus conciudadanos que moraban en las favelas. Cuando en 1952, a los 43 años, fue nombrado obispo auxiliar de dicha diócesis, organizaría una cruzada para urbanizar, humanizar y cristianizar aquellas casas apiñadas en los cerros de la ciudad, contribuyendo sobremanera también en la fundación de la Conferencia Nacional de Obispos Brasileños, en estrecha colaboración con quien fuera secretario del Estado Vaticano, monseñor Montini , el futuro Pablo VI . Desde su cargo de secretario general de dicho organismo, monseñor Cámara impulsó la creación de la Celam, la Conferencia Episcopal Latinoamericana. En 1962, el Concilio Vaticano II le proporcionó una ocasión única para la difusión de sus planteamientos eclesiales, instando a la institución romana a que renunciase al lujo y al protocolo desmedido en favor de los pobres. No cabe duda de que siempre fue una voz crítica e incómoda para la Iglesia católica, que ha iniciado el proceso para su beatificación. Tras ser nombrado, en 1964, arzobispo de Olinda y Recife, al nordeste del país, vivió humildemente en su casa capitalina de la periferia más miserable del empobrecido Estado de Pernambuco, siendo célebres sus intervenciones en los medios, siempre preconizando la reforma social, mientras denunciaba los atropellos de los uniformados, lo que le acarreó hasta su ocaso en 1985 el acoso de la dictadura militar brasileña, llegando incluso en el año 1968 a ser ametrallada su residencia, un año después vio caer asesinado a uno de sus colaboradores. Su influencia se redujo a partir de la llegada al papado de Wojtyla, quien impondría una línea mucho más conservadora, cercenando, cuando no condenó o prohibió, cuantos planteamientos emanaran de la Teología Liberadora, de la que Dom Hélder se hallaba más allá, ya que en su obra no se descubre al teólogo ni al filósofo, sino al simple pastor en el sentido más amplio de la palabra, sirviendo sus prédicas de base para el desarrollo de la referidas teorías teológicas, las mismas que formularon otros en el subcontinente americano. Su extraordinario trabajo fue desmontado por José Cardoso , su sucesor franciscano, de claro perfil conservador. Desde entonces, Cámara redujo sus apariciones, si bien su merecida fama se mantuvo hasta el final de sus días. Cuando falleció, el 27 de agosto de 1999, miles de personas acudieron para tributarle el último adiós a quien fue una voz crítica de la Iglesia católica y a quien por entero se dedicó a los derechos humanos, en contra de la carga del endeudamiento externo sobre los países del Tercer Mundo y a la defensa de los más pobres. Sirvan, pues, estas palabras como homenaje personal mío a tan señera figura del pasado siglo XX.

* Catedrático