El catedrático de Ingeniería Hidráulica de la Universidad de Granada, Miguel Ángel Losada Rodríguez, ha sido investido doctor honoris causa por la UCO, con la que mantiene una intensa relación.

-¿Qué significa para usted tal distinción?

-Un reconocimiento a la investigación integrada y coordinada entre dos universidades públicas. A título particular un honor, una responsabilidad y un compromiso de por vida con la Universidad de Córdoba.

-¿Qué destacaría de su relación con la Universidad de Córdoba?

-La concomitancia de objetivos y métodos y la mutua lealtad entre los investigadores y las universidades de Córdoba y Granada.

-¿Por qué es tan importante trasladar al conjunto de la sociedad lo que se investiga?

-En primer lugar, porque es la que paga y nuestra investigación es esencialmente un servicio a la sociedad, además de un anhelo personal y una vocación. En segundo lugar, porque, en muchas ocasiones, en nuestro ámbito, la investigación se realiza a instancias de la administración o de otra institución que plantea un problema y demanda una respuesta. Por último, porque al transferir facilitamos la trazabilidad de nuestro trabajo.

-Gran parte de su trabajo ha estado dirigido a mejorar la gestión de los recursos naturales, suelo, agua y energía. ¿Estamos haciendo algo bien?

-Si, es cierto que hemos hecho muchas cosas bien, sobre todo si analizamos quienes somos los receptores de esa bondad. Hasta la fecha, hemos facilitado la disponibilidad y el uso de los tres recursos; Tenemos agua potable en nuestras viviendas y la saneamos antes de su retorno, pero no hacemos lo mismo con las aguas de riego; disponemos energía para nuestro confort, la producción industrial y agrícola y el transporte de personas y mercancías, pero no cuantificamos su sostenibilidad social y ambiental y, en general, se implementan en función de su rentabilidad económica y financiera a corto plazo; y podemos asentar nuestras propiedades en cualquier lugar, independientemente de su geología, topografía, etc., pero hemos transformado, confinado o destruido los territorios de la mayoría de los otros seres vivos. Nuestros objetivos se seleccionan mayoritariamente en función de las ambiciones de la sociedad humana occidental (y oriental) y raramente en función de la sostenibilidad social y ambiental de todos los seres vivos del planeta. El balance puede ser bueno para la sociedad humana (nuestra calidad y esperanza de vida ha crecido significativamente) pero es desastroso para los otros seres vivos que comparten con nosotros el planeta. Y, ¡ahora vamos a por el Ártico! La explotación y transformación del Ártico, ¿corrige la desigualdad social? ¿conserva y favorece la biodiversidad? La decisión se ha tomado en función de los intereses exclusivamente económicos y financieros de unos pocos países que, hace ya unos cuantos años, se lo repartieron como los gajos de una naranja. Decidir con este sectarismo humano comportará, más pronto que tarde, la desaparición de condiciones habitables del planeta Tierra, tal y como vaticinó el premio Nobel Stephen Hawkins poco antes de morir.H