Los Monti es una empresa de Montilla especializada en la elaboración de picos de pan y patatas fritas artesanales, tipo churrería, que seducen los paladares del gran consumidor. Los Monti ha conquistado los lineales de Mercadona, distribuidor para el que elabora 16.500 paquetes de patatas fritas al perol marca Hacendado al día. Asimismo, Los Monti es la empresa más antigua en la elaboración de producto ecológico, tanto en patatas fritas como en picos. Hace tres años comenzó a fabricar las patatas fritas orgánicas con sal a ALDI, así como acciones puntuales de patatas fritas orgánicas con sabores certificados a través de su proveedor de aromas. Afirma su gerente, Antonio Córdoba, que “en picos estamos realizando también cosas nuevas para darle un valor añadido a su gama, como en sus productos integrales, que, con la nueva normativa, especificamos el porcentaje que lleva y se hace más visible al consumidor”. En este sentido, Córdoba matiza que “estamos desarrollando toda la gama y vamos a sacar un producto 100% integral”.

Su padre, Antonio Córdoba Jiménez, es el fundador de esta empresa. Los cinco empezaron haciendo mostachones, como los afamados de Utrera, pero de un tamaño inferior. También picos. Hasta que un día pusieron al fuego un perol de unos 70 centímetros de diámetro y empezaron a freír patatas.

El nombre de Los Monti fue idea de Antonio Córdoba, que buscaba un nombre corto, así que le quitó el ‘lla’ de Montilla y no se arrepiente de ello, “porque me siento orgulloso de llevar el nombre de mi pueblo por toda España”, explica.

Pese a que no se considera un profeta en su tierra, Antonio nunca tuvo la tentación de irse fuera de Montilla, porque era su pueblo y daba de comer a muchas familias; unas 75 antes y unos 50 ahora con la automatización de la fabricación. En 2012, la empresa se enfrentó a una disyuntiva. “O calidad o muerte”, explica. Su modelo era incapaz de competir con las grandes marcas del sector y decidieron cambiar la forma de elaborar: de una línea de fritos, el habitual en la industria, pasaron a hacerlo en peroles.

“Con el industrial, se le quita el almidón y los azúcares a las patatas y eso cambia su sabor -explica didáctico Antonio-; además, muchas empresas les echan blanqueadores o agua caliente para que no se les quemen las patatas y salgan todas blancas”. “Eso cambia el sabor, la patata no sabe igual”, subraya.

Por eso, en su empresa, hay una línea en la que las empleadas, eminentemente mujeres, van eliminando aquellas patatas más oscurecidas. Los Monti solo empaquetan las patatas perfectas. Su apuesta por la calidad tuvo una rápida repercusión en sus ventas. De facturar 55.000 euros al mes con el antiguo modelo industrial, pasaron a los 100.000 en apenas ocho meses. De dos peroles de más de dos metros de diámetros, que la casa compró de segunda mano -“pero que freían muy bien”-, se pasó a cuatro en un plazo de dos años. Con ellos, ya han alcanzado la cifra de 400.000 euros mensuales. Y en 2019 ya está prevista la incorporación de otros dos peroles más para multiplicar su capacidad productiva, 76.800 paquetes de 150 gramos a la semana.