En este comienzo de año, repasando una de mis novelas, me llamó la atención un fragmento que transcribo: la historia de mi vida en responsabilidades -digo- según rezaba en los anales de aquellos inventos, comenzó, como para todos, aquel día: ya tienes siete años -me dijo mi madre, con solemnidad, un 24 de enero, al salir del colegio-. Ya tienes uso de razón. Tienes que comportarte ya como mayor. Apoyada en el aparador, no sabía dónde encajar la noticia de mi inesperado aterrizaje en el uso de razón, la llegada de aquella señora que imaginaba como una luz que se encendía en el corazón. Y algo de luz debió iluminar mis repentes porque de pronto descubrí polvo en aquellas maderas de tan solemne mueble, un bodegón despintado, y un gran almanaque colgado en la pared con números rojos, unos, tachados, otros. Algo triste se instaló en mí aquella tarde porque sin saber cómo ni por qué caí en la cuenta de que un año no era el tiempo infinito que yo creía, sino un puñado de días, marcados por rutinas, privaciones, miedos y oraciones más oraciones. Pasado un tiempo, de nuevo, los años aparecieron en mi vida: toma -dijo mi madre- ponte este justillo porque ya eres mujer; tienes doce años. Estaba claro que yo era mujer desde que nací, pero los años fueron dando fe de que pasaban con exigencias y definiciones. Después no hubo años sino obligaciones, privaciones, trabajos, compromisos con todo y para todo, pero hace ya muchos abriles caí en la cuenta de que el tiempo no tenía pies, ni corría, sino que era yo la que pasaba, cumplía años cargados de responsabilidades, sinsabores, al tiempo que me deterioraba..., y hoy como dice el poeta, pasé por el tiempo y aprendí. Sí, ayer era un pensamiento silencioso, turbulento. escondido en los rincones de grandes incógnitas. Hoy puedo ser voz potente que puede hacer retumbar el universo. Todo esto para decirme y deciros, amigos, que nada temamos a la calle del tiempo, pero sí a nuestro paso por ella sin haberla mejorado, sin haber rotulado con nuestro paso, huellas de justicia, libertad, solidaridad, amor a todos, porque todos nos gastamos, pasamos y el tiempo se queda.

* Maestra y escritora