Pues sí. Será el calor. Y en invierno, el frío. Y en primavera, la sangre alterada. Y en otoño, la caída de las hojas. Son motivos fundados para esto que antes se llamaba «crimen pasional» y ahora quieren que se llame «violencia intrafamiliar». Precisamente el nuevo presidente de Murcia, Fernando López Miras, agradecía el otro día a Vox que le hubiese iluminado al descubrirle este concepto. Pues, sí, mire usted, ya puede aplicarlo, porque en Beniel, un pueblo de Murcia, un padre acaba de matar (presuntamente, claro) a su hijo de 10 años y luego se ha suicidado. Aquí el orden de los factores importa. La Guardia civil había avisado, según la Ser, de que los hijos de la pareja separada corrían riesgos, y la cosa se estaba evaluando. Pero no se ha llegado a tiempo, y, mientras a la madre se la protegía dentro del programa contra la violencia de género, el régimen de visitas de los hijos continuaba. Ya no, ya no va a continuar.

Quedémonos pensando en esta «violencia intrafamiliar», pues en esta ocasión no se ha dado el caso de que alguien le pegue a su abuelo. ¿Hubiera corrido peligro ese niño si su madre no hubiera denunciando a su padre por maltrato? Ya sabemos que no es el primer caso en que se ocasiona el más infinito dolor a una mujer asesinando a lo que más quiere. Yo lo llamaría violencia machista, es lo justo, pero en este momento no pelearé por las palabras. Solo añadiré que a esta horrible muerte se suman las de tres mujeres asesinadas en solo cinco días.