Pasemos del relato de culpabilidad en la frustrada investidura de Pedro Sánchez, que yo creo que lo del chivo expiatorio no da para más, aunque es bastante seria la acusación en este mismo Diario de Miguel Valcárcel de que «Pedro Sánchez decidió con Iván Redondo desde hace 100 días que su estrategia pasaba por unas nuevas elecciones además de ocultar a los españoles sus intenciones» (20/09). ¿No se dan cuenta los que nos representan que es su propia credibilidad, el sistema democrático, en suma, el que queda en entredicho? Más que una tragedia parece un sainete. ¡Se oyen cosas! Tal es el revuelo que Abascal ha aprovechado para afirmar que «Vox, PP, Cs y PSOE comparten un mismo proyecto político con matices». ¿Hay prueba mayor de contribuir a la ceremonia de la confusión y el desorden que mezclar las churras con las merinas? Albert Camus decía que, en esencia, todos estamos de acuerdo y que, precisamente, nos diferenciamos en los matices. En sus Cartas a un amigo alemán, Camus señala que el amor a la patria propia, que ambos sentían, le separaba de ese amigo alemán que abrazaba el totalitarismo nazi «por amor a su patria». Y afirmaba Camus que no nos justifica cualquier heroísmo ni cualquier amor. Eso se entiende, ¿verdad? Así es que lo pasado, pasado está, la investidura como presidente de Gobierno de Sánchez no ha sido posible y hay que aclarar las aguas el 10-N e ir a votar para que los oportunistas no pesquen en este río revuelto de nuestra política parlamentaria.

Ahora bien, Pedro Sánchez, que fue el más votado el 28-A, en su comparecencia tras reconocerle al Rey que no tenía los suficientes apoyos para formar gobierno, dejó explicito qué clase de gobierno le gustaría (con la misma esencia de los otros partidos políticos, a saber, el bien común y el interés nacional, como no podría ser menos ni más), pero marcando sus matices: un gobierno estable, sólido, coherente, moderado, progresista, no frentista y que no tenga que depender de los independentistas... Con un gobierno así dijo que podría enfrentarse a los retos de encarar las injusticias sociales, crear empleo, mejorar las jubilaciones, logar la igualdad de género, abordar el desafío tecnológico, el ecológico, el brexit, las sentencias del procés y la amenaza de deceleración económica. Este gobierno ideal, a la carta, lo repitió tres veces el señor Sánchez y no sé si se dejó algo en el tintero o a mí se me escapó anotarlo. Pero este proyecto crea sus problemas por una cuestión de «matices». Por poner un ejemplo: ¿coincidirían PP, Cs y PSOE en la reforma o abolición de la Ley de Educación o en la Ley Laboral vigentes? ¿Quiénes, para resumir, le acompañarían en la senda de «un gobierno progresista y de justicia social» por la que el señor Sánchez promete transitar, si los españoles hablan más claro esta vez y, pese a todo, no obtiene la mayoría absoluta? ¿Con qué aliados y bajo qué condiciones? Este es el matiz que tendría que aclarar.

* Comentarista político