Termina un año más y los mortales contamos un año menos y seguimos tirando de veta. Aquí todo el mundo quiere cumplir años pero nadie quiere ser viejo, y para ello las personas mayores van del gimnasio y al factory para aparentar la edad que no tienen. Nos hablaron de la sabiduría que vendría con la edad, más sabe el diablo por viejo que por diablo, nos dijeron aquellos maestros de las fábulas, el dictado y la regla, mas la cosa ha cambiado y más que sabios ahora los viejos quieren ser jóvenes eternamente como Doryan Gray, pues como ya han olvidado la historia no saben el trágico final del cuento de la eterna juventud. El caso es que el otro día, hablando un escritor muy leído, premiado y reconocido, que frisa los ochenta y goza de buena salud, me comentaba que la vejez no tiene nada bueno, ni noble, ni justo. Si acaso, y la cabeza no falla, la memoria sería lo único loable e interesante de la mucha edad, pues es la manera de poder reírse de los errores que los humanos repiten y las paparruchas con las que tratan de engañarnos. En su diatriba contra la vejez, de pronto, me soltó: a pesar de todo no me gustaría volver a tener ahora 20 años. Me quedé pensando que, con tal de epatar, también en este punto quería contradecir ese anhelo de cualquier sexagenario por volver a los veintitantos; ¡ay, si yo los pillase!, oímos decir con frecuencia. Me quedé con aquella reflexión y el otro día tuve una revelación, yo tampoco quisiera en este momento volver a los veinte, a no ser que tuviera el arrojo de otro escritor, este sí lo citaré, Caballero Bonald, que decía hace unos años que si esta larga crisis de España le hubiera pillado con veinte años se hubiera ido del país sin dudarlo. Lo dijo con motivo de la salida del libro Desaprendizajes. Pero volviendo a la renuncia, que hago mía, de volver a los veinte, es la realidad la que me espanta de tan vana ilusión. El prestigioso profesor Pérez Yruela advertía el pasado martes en este periódico que el futuro para los jóvenes está muy complicado, pues dentro de 20 años casi la mitad de la población de Córdoba no tendrá trabajo. Y al día siguiente todos pudimos escuchar que en nuestro país solo dos de cada diez jóvenes se han emancipado en el primer semestre de este año. También el informe del Consejo de la Juventud sostenía que el 37,6% de las personas entre 16 y 29 años, los mejores años de la juventud, está en riesgo de pobreza. Podría extenderme en más datos tan reveladores como demoledores, pero para qué extenderme en lo que ustedes mismos pueden encontrar en internet. Solo quiero que no lo olviden cuando oigan a Critóbal Montoro hacer balance de un año triunfal.

* Periodista