Allá por el 95, conocí a un compañero en la facultad que desde el primer momento me di cuenta de que era especial. Estéticamente tenía una elegancia andaluza desbordante. Y no solo me refiero a saber vestir sino a esa buena sombra que tienen los andaluces de verdad y que nos caracteriza por ser amables, pero también sagaces con todo aquel que quiera pasarse de listillo (eso lo da esta tierra que tanto ha caído y se ha levantado). Pero lo que más me impresionaba era la disciplina que se exigía; tenía clarísimo que no hay evolución individual sin autosuperación. Nunca me dio imagen de aislado ratón de despacho sino de tener excelentes dotes para relacionarse; y con una graciosa alegría patria porque cuando encontraba pequeños huecos para divertirse, no abogaba por melodías anglosajonas o clásicas, sino que se lo pasaba pipa con el flamenco. En fin, esa lucha por el saber dio fruto y aprobó las oposiciones a notario. Pero Manuel no podía quedarse ahí y como los antiguos conquistadores para la hispanidad, el notario se propuso engrandecer y relanzar su ciudad a través de su enorme legado histórico. Manuel Ramos invirtió a riesgo propio en exquisitos proyectos culturales. Él está obsesionado porque todos los cordobeses sepamos que vivimos en una ciudad que históricamente es un tesoro aun por explotar para beneficio de todos. Y se propuso paralelamente a su profesión materializar su devoción: que todo el mundo, atraído por una atractiva oferta cultural, viniera aquí y que los aquí nacidos valoren a Córdoba acorde a su historia y no como si fuera una aldeílla. Primero realizó un meticuloso trabajo de investigación acerca de las Casas Señoriales. imprescindibles para conocer nuestra idiosincrasia. Luego se embarcó en un proyecto más espectacular: todos de pequeños hemos pasado por una calle donde nuestros padres nos dijeron que a siete infantes les cortaron la cabeza. Y ahí nos quedábamos. Manolo no se quedó ahí y creó un museo, el de la Calle Cabezas que ya es visita obligada para todo amante de la historia y del misterio. El remate lo protagonizó hace unos días cuando se empeñó en que Córdoba fuese el centro mundial del caballo. Para ello organizó un desfile en honor de López de Haro, el noble cordobés de tiempos de Felipe II que creo el caballo español. Y gracias al trabajo y el ideario de Manolo, hace unos días desfilaron por la ciudad cientos de caballeros de todo hierro y casa en un acto público memorable que ira ganando con el tiempo y será copiado por otras ciudades. Miren que les diga, que por españoles así que se desviven por la grandeza de su tierra y de sus gentes, Córdoba fue en un tiempo potencia mundial en todos los aspectos. ¡Gracias Manolo!

* Abogado