Las cifras del cierre del año 2017 en cuanto a evolución del paro y a la creación de empleo producen un regusto agridulce. Por una parte, la satisfacción de comprobar que, transcurrida una década desde que la gran crisis económica empezó a manifestarse en España, y tras el comportamiento positivo del mercado laboral en los últimos años, los datos del desempleo vuelven a situarse en niveles similares a los registrados antes de la recesión. La gente va encontrando empleo, aumenta la capacidad de consumo de la sociedad y los jóvenes pueden iniciarse en la vida laboral. Por otra, los datos producen el profundo descontento e indignación de saber que, en el aspecto más importante para la vida de los ciudadanos, que es el empleo y la realización vital a través de una ocupación remunerada, la sociedad entera está fallando al permitir salarios de misera, inestabilidad, horarios abusivos y situaciones en las que los trabajadores continúan anclados en la pobreza. Sí, sobre el papel se está revirtiendo la situación y el paro está cayendo a niveles anteriores a la crisis económica, pero, sin duda alguna, la realidad de esos puestos de trabajo no se parece ni remotamente a la del empleo de que disfrutaban los españoles --con sus variaciones y defectos-- hasta los años 2007-2008. El regreso a aquel estado de cosas se antoja imposible con la actual legislación laboral y la caída salarial de la última década, a pesar de que no fueron los sueldos asalariados, sino los abusos de la burbuja inmobiliaria y del sector financiero, los que provocaron una recesión económica que recayó con toda su dureza sobre los más débiles de la sociedad. El hecho de que a estas alturas todavía se estime por encima del 30% el porcentaje de población en riesgo de exclusión social, con especial preocupación por la infancia, dice suficiente.

Celebremos, sin embargo, lo que tiene de bueno la situación, las oportunidades que van llegando a personas paradas, el hecho de que en Córdoba, que llegó a contabilizar 113.000 desempleados, la cifra registrada por el Servicio Estatal de Empleo se sitúe ahora en 70.709, o la mejora de la afiliación a la Seguridad Social, que hoy llega en la provincia a 289.116 cotizantes... Los datos de Andalucía, que cerró 2017 con 825.364 desempleados (-6,54% anual) y de España, donde se situó la cifra total de parados en 3.412.781 (-7,84%), la más baja registrada a cierre de año desde 2008, son datos buenos, viniendo de donde venimos. Pero no cabe la resignación: es necesario mantener políticas de apoyo a los desempleados y a sus familias, intensificar la acción sindical para volver a niveles razonables de estabilidad laboral y a salarios justos. En el juego de la política, que últimamente parece tan alejado de los ciudadanos, están las claves de inversión pública, de formación y de apoyo para reducir la brecha social y conseguir que la recuperación económica llegue a la mayor parte de la población.