El socialista Miquel Iceta baila con su sombra independentista y nos propone el referéndum en presente continuo. Veo a Iceta planeando un referéndum solo en Cataluña, como si la fractura corrompiera únicamente las costuras dentro de sus límites territoriales y no en el resto del cuerpo, y lo recuerdo bailando con Pedro Sánchez casi enamorado de sí mismo, de su circunstancia y de la moda juvenil de vivir a un ritmo de Queen desenfrenado. Pienso entonces que los dos momentos son lo mismo, que apenas ladran turbias diferencias entre un paso de baile y el siguiente. Por mucho que aparezca Carmen Calvo en plan defensa líbera o bailarina a punto para todos los ritmos y asegure que no hay debate aquí, porque Iceta es antiindependentista, lo cierto es que él ha dicho lo que ha dicho: que si dentro de un tiempo hay un 65% de población catalana partidaria de la independencia habrá que buscar una salida que podría ser el referéndum. Lo que late aquí es la piel del oso que se ha vendido siempre antes de cazarlo por el socialismo catalán, otra especie de baile muy Iceta entre lo que conviene en la proyección nacional del partido en Madrid y lo que toca en el nacionalismo regional, algo así como jugar los mundiales con España para despotricar en contra del Estado centralista opresor. Lo que olvida Iceta es el mismo argumento que le da la razón --en la circunstancia, no en la solución--: que precisamente porque en Cataluña existe un gobierno autonómico que solo ha gobernado y dirigido sus presupuestos hacia la independencia --es decir: contra más de la mitad de su población votante--, es probable que en poco tiempo la mayoría sea secesionista. Educa y vencerás, porque las fábricas de niños independentistas están a la orden del día gracias a la cesión aznarista de la educación por un puñado de votos. En su receta bailonga Iceta se ha olvidado del resto de la orquesta constitucional, España, donde solo proponen referéndums los independentistas o los tibios.

* Escritor