No es que antes hubiera menos afrentas al honor, sino que actualmente en esta era digital todo se cunde como la pólvora y hasta aquello que se dice por decir e incluso un tanto de soslayo, se convierte en titular antes que canta un gallo.

El honor en la concepcion jurídica más moderna tiene una dimensión interna y otra externa que se corresponden con la propia imagen o la autoestima la primera y la fama o reputación, la segunda, dando lugar a delitos contra el honor cuando se vulneran. Las personas jurídicas también pueden ser sujetos pasivos de delitos contra el honor y no solo del tipo de las injurias (expresiones que redundan en su descrédito), sino también del tipo de las calumnias, desde que tras la reforma del Código Penal de 2015 se abrió la posibilidad de que la persona jurídica tuviera responsabilidad penal. Si calumniar a alguien significa imputarle falsamente el haber cometido un delito, es obvio que si a una persona jurídica se le imputa falazmente haber cometido un delito de los que según la reforma puede cometer, se le está calumniando tanto como a una persona de carne y hueso, con una trascendencia muchas veces más grave por el tipo de persona de que se trate.

En el asunto de la Sra. Cifuentes dados los hechos que se conocen a estas alturas, defender su honor requerirá de un Máster extra --de verdad-- en Abogacia de la buena, por eso creo que el honor que aún está en juego es el de la Universidad Rey Juan Carlos, una universidad pública imagino que con catedráticos, profesores y departamentos intachables y muchos alumnos con ganas de aprender --de verdad-- que, sin embargo, como institución está quedando tocada y de qué manera en su crédito, solvencia y excelencia, mucho más allá de la imagen de los individuos que la dirigen, o de los que sean responsables finalmente del famoso máster.

En el ámbito del deporte profesional, donde cuestiones de prestigio y honorabilidad tienen una consecuencia deportiva prácticamente directa, la buena reputación de un club de fútbol, por ejemplo, no es solo un derecho moral irrenunciable sino una variable cuantificable hasta económicamente. Por ello y en esta era digital que cualquier comentario desafortunado corre como la pólvora, cuidado con lo que se dice y cómo se dice porque para que no haya calumnia habrá de probar quien vocea que lo que dice es verdad. Exceptio veritatis, recuerden.

* Abogada