Fuentes ocultas

La Magna, la mayor procesión de la historia, acapara hoy la atención de los cordobeses, mientras las hermandades siguen pendientes de la evolución de las nubes. En cualquier caso, la Magna es ya acontecimiento, con todo a punto para mostrarnos esos 43 pasos que llegarán a la Catedral, como hito procesional, sin duda, pero también como «cumbre de fe y de esperanza», en torno a las imágenes de los Nazarenos, que derraman a su alrededor, no sólo la belleza artística de nuestro patrimonio histórico sino ese otro halo profundo de la religiosidad popular. Contemplando la Magna me vienen a la memoria unas palabras conmovedoras de Etty Hillesum, una joven judía que murió en Auschwitz. Cuando es internada en el campo para judíos, lee por enésima vez el Himno al Amor de San Pablo y relata lo que le sucede mientras recibe esas palabras: «¿Qué estaba pasando en mí mientras leía este texto? Todavía no lo puedo expresar muy bien. Tenía la impresión de que una varita mágica venía a tocar la superficie endurecida de mi corazón y al instante hacía brotar de él fuentes ocultas. Y me encontré arrodillada de repente, mientras que el amor, como liberado, de la envidia, de los celos, de las antipatías, me recorría toda entera. Un pozo muy profundo hay dentro de mí. Y Dios está en ese pozo. Es necesario que lo vuelva a desenterrar». En su vida, dispersa e inquieta, Etty encuentra a Dios precisamente en medio de la gran tragedia del siglo XX. Esta joven frágil, transfigurada por la fe, se convierte en una mujer llena de amor y de paz interior, capaz de afirmar: «Vivo constantemente en intimidad con Dios». Este mismo fenómeno puede darse como fruto en muchas de las miradas que contemplen el paso de las imágenes. El rostro ensangrentado de los Nazarenos hará salpicar su sangre inocente hasta esas «fuentes ocultas» de las que hablaba en su Diario Etty Hillesum. La religiosidad popular, que brota de las entrañas de una fe sencilla en los pueblos, puede ser esa varita mágica que nos hace mirar nuestro interior para descubrir la silueta del verdadero Salvador del mundo.