El Pleno no pudo aprobar, por primera vez en doce años, la declaración institucional del Ayuntamiento de Córdoba contra la violencia de género por la negativa de los dos concejales de Vox a sumarse a la misma. En la sesión del jueves pasado, esta posición minoritaria rompió el consenso habitual, por el cual se aceptaba y asumía desde la corporación municipal la declaración de la Plataforma contra la Violencia a las Mujeres. Quedó aprobada, con el voto del resto de los grupos (PP, PSOE, Ciudadanos, IU y Podemos), una moción que respalda este objetivo, para el que la ONU fijó hace ya dos décadas el 25-N como fecha conmemorativa. Pero no hubo consenso.

A nadie extraña la posición de Vox. Ya es conocida su actitud negacionista y el argumento, que más bien puede interpretarse como una excusa, de que está en contra de todas las violencias, es decir, las ejercidas contra la mujer, pero también las que pueden sufrir los niños, los ancianos y cualquier persona en el ámbito familiar. Nadie va a ponerse en contra de la defensa de todos los seres humanos, pero hay que recordar que la violencia contra la mujer no es una idea política, sino una realidad histórica fruto de una desigualdad entre géneros también histórica. Los asesinatos de mujeres --y los de sus hijos, que, junto con los huérfanos, se consideran ya violencia de género-- son un hecho terrible y específico, fruto del machismo, y negarlo solo trae dolor a la sociedad. Las víctimas se merecen, al menos, que todos estemos de su parte.