Tengo un nieto de tres años y medio que ha comenzado a tener terrores nocturnos, algo que es normal en cualquier niño de esa edad. Mi hija, que es una madre del siglo veintiuno, enseguida trató de buscar la solución on line y la encontró en una franquicia de juguetes muy prestigiosa y cara, que tenía el producto a la venta con el nombre de espray quitamiedos. Al consultar la información del producto se encontró con la siguiente leyenda: «Duerme tranquilo, ¡fuera los miedos! Un poquito de Spray Stop Monsters en tu habitación y ningún monstruo se atreverá a despertarte». ¡Perfecto!, eso era lo que necesitaba para que mi nieto no se despertara llorando o pusiera pegas a la hora de irse a dormir, pero tanto el precio como el hecho de que al ser un espray podría dañar la capa de ozono, le hizo optar por hacer su propio flis-flis anti monstruos casero y hacer partícipe a su hijo en su elaboración.

Para ello solo fue necesario utilizar cosas bonitas que no den miedo e ir metiéndolas en un bote con pulverizador como las siguientes: cuatro pajitas de colores diferentes en trocitos, un pompón de cada color, el número preferido del niño en gotas de perfume, dos cucharadas de estrellas fugaces (estrellitas de esas de colores que se le echan ahora a los novios en las bodas junto con el arroz), una pluma del patito feo cuando se hizo bonito (vale con cualquier pluma de las que despelucha el edredón cuando lo sacudes) y elixir mágico del mago Chin-Chin, aunque realmente es agua del grifo que mi hija puso en un bote de acero inoxidable previamente para darle más misterio y que le aseguró a mi nieto que se lo había dado el mismísimo mago Chin-Chin, que como todo el mundo sabe, es el mayor experto mundial en la creación de elixires anti miedo. Luego hay que agitarlo muy bien y pulverizarlo por la habitación, antes de acostarse. El espray anti monstruos es infalible, en la habitación de mi nieto no ha vuelto a entrar ni un solo monstruo.

Con esta historia, pretendo hacerles ver el poder de la sugestión y cómo funciona igualmente con los adultos, solo hay que conocer sus temores y luego venderles el remedio. Esta es la fórmula: unas cuantas fotos retocadas de catástrofes, titulares apocalípticos, noticias que provoquen mucho miedo e inseguridad, un eslogan impactante, un lacito de un color para identificarlo con la causa, crear un día internacional sobre el asunto, manipulación de estadísticas e interpretarlas según interese, presentar estudios científicos que confirmen el horror y que señale directamente a un culpable desechando todos los demás estudios que lleguen a conclusiones distintas, agitar a las masas para que se comprometan con la causa y repetir consignas sin parar hasta que queden bien instauradas en las mentes de las personas y en la sociedad.

Da igual que el monstruo sea real o imaginario, solo hay que radicalizar esa imagen del enemigo a abatir, para que nadie dude en apoyar la causa. Tengan claro, que siempre habrá grandes lobbies e intereses políticos y económicos a gran escala detrás. La población es el cliente que aportará pingües beneficios, quien pondrá de su bolsillo con los impuestos que tendrá que pagar. Siempre hay impuestos y presupuestos de Estado ligados a la causa en cuestión y que hará sentir bien a la sociedad al saber que está colaborando con la misma.

¡Qué buen negocio este de los esprays anti monstruos! Eso sí, yo les recomendaría que se hicieran uno de fabricación casera, si quieren les paso el contacto del mago Chin-Chin, amigo del Ratón Pérez y de Papá Noel. Les saldrá mucho más barato y la efectividad está asegurada al cien por cien.

¡Qué fácil es manipular a la sociedad e incluso a la población mundial, cuando se ostenta el poder y se controlan los medios de comunicación! H

*Escritora y consultora de inteligencia emocional.