Ayer se celebró el Día internacional contra el acoso escolar, para llamar la atención sobre esta problemática que llevó el pasado año a más de 5.000 denuncias en nuestra geografía. La convivencia se constituye en un elemento fundamental en el proceso de aprendizaje. En primer lugar, porque supone hablar del entorno social, cultural y afectivo en el que vivimos. Y en segundo lugar, porque aprender a convivir es fundamental para el desarrollo individual y social de cada persona. Tradicionalmente los centros educativos estaban preparados para instruir a sus alumnos, y la convivencia era responsabilidad de la familia. Esto ha cambiado hoy por muchos motivos: porque muchas familias no saben qué hacer con sus hijos, o porque les ofrecen antimodelos de comportamiento que los niños reproducen, o porque las familias son desestructuradas, o bien obedecen a modelos diversos y contradictorios, o porque son sobre protectoras en exceso, o directamente no se ocupan de los hijos ya sea por paternidades/maternidades no deseadas, por falta de conciliación laboral, etc. Así que el colegio asume ahora un nuevo reto: educar a las generaciones del futuro, a veces en contraposición a los propios valores familiares o sociales.

Raro es el día que no aparece en los medios de comunicación algún caso o condena de los tribunales haciéndose eco de los casos más extremos de violencia en las aulas, lo que ha propiciado una mayor sensibilidad de la sociedad y las instituciones hacia la situación de la convivencia escolar. Contribuyendo también a magnificar situaciones que se han presentado como habituales, siendo en ocasiones conflictos puntuales.

¿Cómo se educa para la convivencia? En primer lugar, los expertos coinciden que la mejora de la convivencia escolar empieza por la responsabilidad compartida de todos los miembros de la comunidad educativa, implicados directa o indirectamente en la educación: familia, profesorado, instituciones, agentes sociales, etc. Otro aspecto relevante es la necesidad que las acciones preventivas superen las acciones punitivas en caso de acoso escolar, conflictos o disrupción en el aula. Las acciones correctivas no son suficientes por sí mismas si no se acompañan de acciones formativas, que deberán darse con carácter continuo por el centro y en todas las etapas. Conjugando dichos factores, en Córdoba se creó hace años el programa de Prevención Integral del Acoso Escolar-Pidae, que se está implementando desde Conrazon con éxito en diversos centros escolares de varias provincias, haciendo recaer en el propio alumnado la clave de la mejora de la convivencia, con su participación activa a través de diversas técnicas y metodologías, en las que se sienten protagonistas del proceso, con la colaboración del profesorado y familias. La educación emocional, el trabajo cooperativo, herramientas de mediación para la resolución de conflictos entre otras, son fundamentales y contribuyen a mejorar la convivencia en las aulas desde la idea central de su necesidad en la formación integral de la persona. Está genial aprender inglés y alemán en las aulas, y a manejar complicados programas informáticos, pero lo que nos hará felices será el saber gestionar nuestras emociones y tener las habilidades necesarias para convivir. El éxito de esta tarea tendrá mucho que ver, el día de mañana, con que sea la buena convivencia y no el acoso, lo que conduzca las relaciones personales, de pareja, laborales, entre culturas y pueblos, llevando a un modelo de sociedad más sostenible. Nada menos.

* Abogado y mediador