En todo este triste y lamentable asunto brillan con opaca oscuridad las infames sombras de los sectarios, las vendas negras que cubren los ojos de quienes cegados de ideología han preferido aliarse con el patético ridículo de una insostenible gestión de la pandemia (simplemente porque quienes la mal llevan son los suyos), antes que con las víctimas o con los miles de muertos y sus familias, con los miles de sanitarios abandonados a su suerte. Y encima hay que aguantarles que sigan dando lecciones de progresismo, de pulcra ideología, de infecta soberbia. Día sí y día también alumbran sus monstruos como quien echa al mundo mesías de la ética y la razón, pero obvian lo principal: en su adoración del poder que creen que les representa se olvidan de poner el acento en el hombre, como escribió Mario Benedetti. A los tristes pontones que lamen la errática gestión oficial no les importan los sanitarios, porque si les importaran se les caería la cara de vergüenza sabiendo que son ya centenares las querellas interpuestas. Por ejemplo el Consejo General de Enfermería esgrime un delito contra la seguridad de los trabajadores e imprudencia grave con resultado de lesiones o muerte. El sindicato independiente de funcionarios «la falta de previsión y las insuficientes medidas de protección con las que cuentan los/as profesionales del Sistema Nacional de Salud que pueden ser constitutivas de delitos contra los trabajadores por infracción de las normas en materia de prevención laboral, de lesiones y homicidio imprudente». También se suceden las denuncias por parte de particulares y colectivos policiales y sanitarios; el Defensor del Pueblo cuenta más de un millar de quejas, y plataformas de afectados preparan querellas por la vía contenciosa. Estas iniciativas, que no tienen nada que ver con la política sino con los trabajadores y los enfermos, parecen no importar a los sectarios, a las patas del banco podrido que aún se sostiene sobre los miles de cadáveres que esconden. Tampoco les importa la corrupción en la compra del inútil material sanitario, ni que nos oculten quiénes son los ‘expertos’. Se han ganado el desprecio y la risa.

*@ADiazVillasenor

Escritor