Yo no entiendo de polítiqueo. A ver si me explico, no entiendo casi nada de cómo funcionan los partidos. Por supuesto que de lo que la política debe pretender, claro que lo sé porque en Tercero de BUP, mi queridísimo y admirado profesor de filosofía, Fernando Benito, del Instituto Fuensanta, me lo enseñó (aprovecho para mandarle desde aquí un fuerte abrazo): un buen político debe tener una templanza sublime para gobernar a la colectividad y nula ambición personal. Pero en el panorama político actual ha adquirido demasiado protagonismo lo que no es la política sino politiqueo. Tanto, que si la derecha y la izquierda se parecen, no es porque ambas se muevan en el marco de la democracia sino porque tienden al politiqueo para acceder a los más altos cargos. Sin embargo, en la elección de los líderes, sí que el PSOE le ha pegado un repaso democrático al PP. Pedro Sánchez tenía todo el aparato en contra, incluidos los tan temidos y respetados barones. Y así, el actual presidente fue echado de la política. Pero Pedro echó mano del votante de a pie. Se podrá criticar su política actual, pero como historia de superación personal con este hombre hay que quitarse el sombrero; y también con el PSOE, porque, muy a su pesar, respetó la decisión de la mayoría de sus afiliados. En cambio, el Partido Popular ha sido todo lo contrario. No tengo absolutamente nada en contra del líder popular Casado. Seguro que cuando finalice su carrera pública encontrará curro en el sector privado por su afable imagen. Pero ni punto de comparación con Soraya, la que podía haber sido la Merkel o la Thatcher española. Mas el politiqueo pepista lo ha impedido demostrando que a nuestra derecha aún le falta mucha cultura democrática. Santamaría, una mujer bajita y rellenita, una española normal, nada de laboratorio como parecen todos los demás, ha mostrado en todos estos años una oratoria prodigiosa y un sentido de estado admirable abanderado por esa templanza que me hablaba mi profesor de filosofía. Vamos, que se ve de lejos que tenerla en cualquier máster es un privilegio; pero para el máster y no al contrario porque es que además es Abogada del Estado, que ahí no hay tu tía. Y totalmente ajena a sobres oscuros. Y encima gana por el apoyo de los votantes de a pie. Pero su partido se saca de la manga una forma de anular la voluntad de sus afiliados con eso de los compromisarios que son unos personajes que se supone representaban a los afiliados, cosa que se ha demostrado falsa y estalinista porque con el pretexto de que representan y concentran la voluntad de los afiliados se han legitimado para contradecirlos.

* Abogado