En una espléndida tarde primaveral de las que estos días gozamos en Andalucía me llega la noticia de los ricos del norte de Europa cansados de vivir. El tiempo está raro, febrero ya no es que esté loco sino con el calendario vuelto del revés. Los más optimistas culpan rápidamente al cambio climático, a los plásticos y al chuletón de ternera. El tiempo está raro pero la calle está que da gloria verla y poder pasearla entre las mujeres de la avenida: tan cerca de mis ojos, tan lejos de mi vida. Quiero decir con esto, disfrutando de un café por menos de dos euros con velador, agua y buenas vistas, que por nada del mundo se me pasaría por la cabeza renegar de la vida. La vida está que da asco morirse. Sin caer en el tópico, simplemente como observador y disfrutón de un lujo tan barato, bendigo haber nacido en el sur, tener trabajo en mi tierra (hecho que se ha convertido en un privilegio) y poder con mi dinero satisfacer mis gastos y algún capricho. Les cuento todo esto por lo difícil que se me hace entender la estadística que viene de Holanda, país con la eutanasia voluntaria legalizada y regularizada desde 2002, que ahora quiere ampliar la posibilidad del suicidio asistido y aséptico a personas cansadas de vivir. Según un estudio reciente, más de diez mil holandeses mayores de 55 años querrían poder recurrir a esta opción cuando entiendan que han completado su ciclo vital, aunque ni estén enfermos ni en situación terminal. Los cuatro socios del gobierno actual han aprobado llevar a cabo esta propuesta y ahora el grupo progresista ha anunciado su intención de presentar un proyecto de ley porque la investigación ofrece suficientes puntos de partida para desarrollarla. El partido liberal tiene dudas y los conservadores están en contra. La controversia en Holanda es grandísima y no es para menos. Los investigadores advierten que el deseo de poner fin a la vida puede disminuir e, incluso, desaparecer si la situación física y financiera de la persona mejora, o si deja de sentirse sola o dependiente, pues la soledad es una de las principales causas que aducen los dispuestos a partir de este mundo. Hasta la presente, en Holanda un ciudadano puede hacer uso de la eutanasia de forma reglada y educada, y si tiene dinero para pagársela, nada es gratis, si padece una enfermedad irrecuperable o si tiene dolor crónico insufrible. Esos eran los requisitos. La propuesta de ampliación de la eutanasia, de salir adelante, contemplará también la condición de «cansados de vivir» si los dolientes tienen los 55, diez menos que la jubilación en nuestro país. La decadencia de Europa vendrá por el hedonismo, la ley del mínimo esfuerzo y el happy flowers, y luego estarán los herederos para rematarla.

* Periodista