Cada primer sábado de septiembre se celebra el Día de los Buitres. En Andalucía se encuentran las cuatro especies del viejo mundo. Los buitres leonados dan cuenta de las grandes carroñas, los buitres negros de las medianas y pequeñas, los alimoches hacen desaparecer los pequeños restos y, por último, los quebrantahuesos los elementos óseos.

Tienen un larga vida (20-30 años) y en la época de reproducción sacan como máximo un solo pollo, y en caso de sobrevivir tardarán un largo periodo de tiempo para poder reproducirse, entre 5 y 9 años, dependiendo de la especie, tiempo que estos ejemplares estarán expuestos a un duro aprendizaje que en muchas ocasiones acabará con la muerte. La recuperación de una de estas especies una vez que ha cruzado un umbral o ha desaparecido se torna complicada, Hay que realizar grandes esfuerzos y requieren un dilatado tiempo de espera, por lo que hay que actuar antes de llegar a esos límites.

Los buitres realizan una importante labor haciendo desaparecer los cadáveres en el campo, evitando así posibles focos de infección. Su potente aparato digestivo hace desaparecer cualquier organismo patógeno. Son como sanitarios del medio natural y colaboradores de los ganaderos y cazadores en la eliminación de animales muertos, realizando por tanto un servicio ecosistémico de un valor muy elevado. Los buitres son el método más natural, barato, sencillo e higiénico para reciclar a los animales. El sistema artificial de retirada y eliminación de cadáveres, se ha calculado que cuesta unos 150 millones de euros cada año y ha supuesto un aumento de hasta 77.344 toneladas de CO2 al año. Sin embargo, este proceso lo realizan de forma gratuita los buitres.

El principal problema de estas especies en nuestra región es la utilización de cebos envenenados para matar depredadores. En esta práctica ilegal dirigida hacia zorros y perros asilvestrados principalmente, se producen víctimas colaterales, que son nuestros buitres. En el año 2018 se ha reducido a mínimos históricos la presencia del veneno en el medio natural pero todos los esfuerzos que se realicen serán pocos si queremos que seguir observándolos en nuestros cielos.

Los aerogeneradores de parques eólicos se están convirtiendo en la segunda causa de mortalidad no natural de algunas especies como el alimoche y la primera en el caso del buitre leonado. Deben adoptarse medidas en los ya instalados y en la implantación de los nuevos deben analizarse sus efectos antes de autorizarlos.

Existen otras amenazas que se consideran emergentes, como la utilización desmedida sin control suficiente de antibióticos, antiparasitarios e antiinflamatorios (el más conocido el diclofenaco) en la ganadería y la caza. Se han hallado en los buitres, en algunos casos en concentraciones preocupantes y llegando a provocar la muerte. Ya hay un precedente en el sur de Asia con el diclofenaco que en menos de una década hizo desaparecer a más del 95% de las poblaciones de las tres especies de buitres allí existentes. Esta pérdida se relaciona con la muerte de 50.000 personas por la extensión de enfermedades como la rabia por el avance sin control de las poblaciones de perros y ratas que se han beneficiado de esta situación. El plomo procedente de la actividad cinegética es también acumulado por estas especies y comprometen su existencia. Ya hay alternativas para acabar con este problema si se quiere ir en esa línea.

En la actualidad en Andalucía la situación ha mejorado con carácter general, el buitre leonado ya no se encuentra amenazado y el último censo realizado en 2018 arroja una cifra de 3.399 parejas reproductoras. En el caso del buitre negro la población ronda las 413 parejas y en el año 2010 cambió de categoría de amenaza de «en peligro de extinción» a «vulnerable». En el caso del quebrantahuesos el programa de reintroducción ha logrado ya que existan tres parejas reproductoras y cuatro territorios más ocupados y su reintroducción marcha muy bien. Por último en el caso del alimoche, su situación es más delicada con 25 parejas reproductoras, si bien es cierto que las actuaciones de lucha contra el veneno en Cádiz y Málaga está comenzando a revertir y queda pendiente neutralizar la incidencia de los parques eólicos en el campo de Gibraltar.

En relación con la observación de las aves, este sector se ve ya como generador sostenible de riqueza y empleo. Los últimos informes indican que la actividad de observación de aves genera en todo el mundo unos 78 millones de viajes al año que aportan ingresos superiores a los 70.000 millones de euros, cifras que certifican que se está convirtiendo en uno de los principales flujos de viajeros para determinados destinos. Andalucía juega un gran papel y es líder nacional en turismo ornitológico.

* Biólogo