Antonio Agudelo, poeta. Punto. Uno de los poetas más ciertos, más maduros, más elegantes, más entregados que poseemos ahora en Córdoba.

Lo digo así porque Antonio vive la poesía y vive para la poesía. Tras la sencillez de su mirada, la ternura en su manera de hablar y sonreír, late un corazón que encarna la belleza, la palabra y el sentimiento, hasta formar esa persona que palpita para escribir y dejarnos su identidad ética y su altura estética. Porque Antonio Agudelo nos entrega cada una de sus palabras o espera sembrar el alma en todas las almas que se acerquen a ella, y sembrarla a través de una vocación que es la respuesta a su porqué en esta vida. Antonio es poeta pensando, escribiendo, viviendo; hasta leyendo sus escritos transmite todo el sentir que poseen, y mucho más: tiene la difícil cualidad de saber leer poesía. El no la declama; la pone en pie y le despierta la vida que lleva. Hasta la hoja del libro late, se hace cielo, fuego, calma y pasión. Es el esfuerzo continuo de este hombre, entregado a la maravillosa locura de encarnar ese arte sublime. Debemos apoyar a nuestros poetas, porque ellos son el alma de nuestro idioma y nuestro pueblo; ellos son los depositarios de algo tan profundo, tan sutil, tan vivo que si no tuviésemos poetas como Antonio Agudelo, nos moriríamos sin saber que nos morimos.

Ahora que, un año más, abrimos nuestra Feria del Libro, aprovechemos para saborear esos corazones que dedican su vida a construir otro eslabón en esa maravillosa cadena de luz que venimos forjando desde hace mil años.

* Profesor y escritor