¿Adonde nos lleva el resultado electoral que en número de votos es un empate técnico entre la derecha y la izquierda? Como hay políticos que van a lo suyo y muy en segundo lugar a lo nuestro, habrá que acompañar el interrogante con una dosis de escepticismo sobre eso que llaman el bien común. Encabecé un libro sobre periodismo (1972) con esta frase de Arnold Toynbee: «¿Estamos bien informados? No exagero si pronostico que el futuro de la sociedad humana depende de la respuesta a esta pregunta». Completemos el interrogante del historiador británico en base a la actualidad española y reflexionemos: ¿Estamos bien informados a la hora de elegir a nuestros gobernantes? Si echamos una mirada hacia atrás, desde la moción de censura, vemos que se ha impuesto el poder a toda costa, el interés personal sobre el colectivo y la irracionalidad, inducida por el márketing político. Se ha apelado a lo emocional en lugar de a lo reflexivo y nos han vendido humo disfrazado de miedo. Hace un año, en un memorable artículo, César Antonio Molina, exministro de Cultura del Gobierno de Zapatero, dijo que «la democracia clásica está dando lugar a una ‘democracia de masas’ regida por la ignorancia, el complejo de inferioridad, el conformismo clientelar y sobre todo la frustración». Se intenta sustituir la democracia participativa por la democracia directa, la de «la gente», promovida por la emocracia, lo emotivo. Se moldea a la opinión pública con mucha comunicación y poquísima información. Se alienta así una democracia light con la contribución muy eficaz de algunas televisiones comerciales y teles públicas.

* Periodista