Hablamos de la aceptación como una palabra más en la exis­tencia del ser humano. Cuando profundizamos en su esencia y contenido, tenemos la posibilidad de descubrir la enorme influencia que ejerce en nuestras vidas, pues marca, sin duda alguna --en uno u otro sentido─, el destino de nuestras emociones y bienestar personal. Debemos rescatar del olvido la grandeza que entraña conceptualmente esta palabra. Desde la aceptación evitaremos tanto sufrimiento improductivo e innecesario ante situaciones adversas donde la ignorancia o inmadurez dificultan hallar la respuesta conciliadora.

Asociamos el sufrimiento con diversos acontecimientos que nos producen desasosiego y malestar interior: ante pérdidas personales (relaciones familiares, de pareja o de amistad, etc.) y materiales en un amplio sentido; ante desencuentros de diversa índole que nos condicionan negativamente; ante situaciones frustrantes, como cuando por nuestra ignorancia encontramos un muro infranqueable para hallar la respuesta reparadora. Asociamos el sufrimiento con cualquier situación que se escapa de nuestro control, nos supera e ignoramos cómo solucionarla.

Evidentemente, el dolor estará presente en nuestras vidas hasta hallar la solución. Este es el razonamiento reconocido socialmente. El problema surge cuando dicha solución no se vislumbra en el horizonte. Ante tal situación sólo existe una solución que, sorprendentemente, nos libere del sufrimiento: «la aceptación sin más», ¡no existe otra respuesta! De lo contrario, sufriremos y agudizaremos el problema sin resolverlo.

«De la crisis a la aceptación.» La no aceptación de nuestras circunstancias adversas nos conducirá directa e indudablemente al sufrimiento, a la angustia y al desequilibrio de nuestra persona y emociones. Sencillo y demoledor sentimiento cuando, por ignorancia, desconocemos el bien que supone para la humanidad la práctica de la aceptación.

¡Cuando no obtengamos respuestas ante el sufrimiento, aceptar será esa palabra y actitud mágica que nos libere del sufrimiento estéril, improductivo e innecesario!