Corea del Norte está escondiendo sus instalaciones nucleares y de misiles para protegerlas de un ataque militar estadounidense. La revelación, difícilmente sorprendente, llega en un informe de la ONU que apuntala las sensaciones opuestas ante la inminente cumbre bilateral: desbordante optimismo si se atiende a Donald Trump y las promesas norcoreanas; muchas reservas si se escucha al resto.

Los investigadores de la ONU dicen haber encontrado evidencias de una «tendencia habitual de dispersar sus centros para el ensamblaje, el almacenamiento y las pruebas de misiles», asegura el informe confidencial al que ha accedido la agencia Reuters y dirigido a los 15 miembros del Consejo de Seguridad. Se ignora aún cuáles son esas evidencias, pero es costumbre que las agencias de información escudriñen las imágenes de satélite en busca de movimientos extraños de tropas o convoyes. El informe revela que el país asiático estaría utilizando instalaciones civiles como aeropuertos para ocultar sus operaciones. Pretendería evitar lo que Washington y Seúl llamaban «ataques de decapitación» durante los tiempos más fragorosos en la península: el inmediato lanzamiento de misiles hacia las infraestructuras e instalaciones norcoreanas más relevantes para arruinar su capacidad de respuesta. Los expertos ya han alertado de la dificultad de la misión por la habilidad trilera de Pyongyang para ocultar su arsenal y por la red de túneles del subsuelo. EEUU reveló la semana pasada que Corea del Norte se había comprometido a sacrificar todas sus instalaciones para la elaboración de uranio y plutonio. Lo dijo Stephen Biegun, enviado especial de Washington al país asiático, quien subrayó la urgencia de disponer de una lista pormenorizada de todos los activos nucleares norcoreanos. No es raro que las imágenes de satélite descubran instalaciones secretas. La revelación llega en la víspera de que Biegun aterrice en Pyongyang para preparar la segunda cumbre entre Trump y Kim Jong-un.