"Whatever It takes". Lo que sea necesario, para preservar el euro. Esta frase define el mandato y el legado de Mario Draghi al frente del Banco Central Europeo (BCE). Con esta frase pronunciada en julio del 2012 detuvo el ataque especulador sobre el euro en lo más crudo de la crisis de deuda soberana. Con esta frase, Draghi convirtió al BCE en una entidad que velaba por los intereses europeos y no de los países miembros con un objetivo: proteger la moneda común dentro de una arquitectura institucional y de gobernanza que dista mucho de estar lo unificada que debería estar entre los diferentes países de la zona euro. No ha sido tarea fácil para Draghi. Ha contado con la oposición de los ortodoxos y defensores de la austeridad a ultranza (Alemania entre ellos) y que lo han combatido hasta su última decisión. Draghi se irá a final de mes con una advertencia (el debilitamiento prolongado de la economía de la zona euro) y la petición a los países de que apliquen nuevas políticas fiscales para evitar una nueva recesión. Deja a su sucesora, Christine Lagarde, un BCE dividido entre críticos y partidarios de su gestión, y una institución moderna y preparada para los nubarrones que amenazan grave tormenta. Habrá que ver si Lagarde está a la altura.