XVII FESTIVAL INTERNACIONAL DE LA MUSICA DE LUCENA

Ramón Grau (piano)

Juan García (director)

Solistas de la academia Banart

Bruno Dozza (director)

Martes 21 y Jueves 23 de agosto

La semana que termina nos trajo al Festival Internacional de Música de Lucena dos conciertos orquestales que no deberían pasarse por alto, ni quedar exentos de un comentario. Por varias razones. La primera, por tratarse de formaciones residentes en el festival: los solistas de la Academia BandArt y la propia Orquesta Presjovem, formada por los alumnos de la Escuela de Verano que se celebra cada mes de agosto en la ciudad lucentina; origen por cierto del festival y ahora un corpus indisoluble, en el que una cosa no se puede entender sin la otra. He aquí por tanto la primera consideración obligada al recordar los referidos conciertos: se propicia una convergencia de intereses entre los objetivos de un proyecto educativo-musical ampliamente reconocido y la proyección sociocultural de éste en el marco de un festival internacional de música. Pero, con ser importante esto, más llamativa resulta una segunda consideración, ésta de índole puramente musical. Me refiero al repertorio. Porque no es frecuente, ni desde luego el mejor pasaporte para un éxito fácil, renunciar a la programación de obras más o menos consolidadas en el repertorio habitual, en favor de composiciones igualmente geniales pero mucho menos escuchadas. En algunos casos, por el simple hecho de no pertenecer a la tradición clásico-romántica y adscribirse a eso que imprecisamente denominamos música contemporánea. Tan imprecisamente, que con frecuencia se refiere a obras con más de un siglo de historia, pero que por el hecho de estar inmersas en las vanguardias históricas, las hace menos apetecibles para un segmento amplio de público. De ahí, el acierto y la valentía de la Orquesta Presjovem, al poner en atril la Kammermusik nº.2 de Hindemith y la Sinfonía nº.4 de Lutoslawski, obra ésta de 1992. Ahí es nada. Bajo la dirección de Juan García, quien hizo un magnífico trabajo de preparación y luego en el concierto, la velada fue un gran éxito, debiendo destacarse la formidable actuación, como solista en Hindemith, del jovencísimo y muy talentoso pianista Ramón Grau, nombre a tener muy en cuenta en adelante.

Por su parte, los Solistas de la Academia de BandArt, con la mezzo Belén Elvira y el tenor Alain Damas (dos espléndidas y experimentadas voces), y la muy acertada dirección de Bruno Dozza, ofrecieron una sobrecogedora interpretación de La canción de la tierra de Mahler, en la versión de cámara propiciada por Schoenberg y concluida por Rainer Riehn. Una increíble fusión de lied y sinfonismo, la más personal creación mahleriana, en la que transitan el amor y la muerte (o como escribió Bruno Walter, "canto de la separación y el desvanecimiento"), que cuantos estuvieron en el escenario desvelaron con claridad.