Nunca dejará de ser chatarrero ni bicho ni bichero, pero Miguel Campello tiene ahora otro proyecto, Entre mil historias, un disco en el que vuelve al ayer, a retomar viejas canciones, a las que ahora da otro sabor, y a desplegarlas en salas y teatros como el Gran Teatro de Córdoba, en cuyo escenario se subirá mañana.

-¿Qué le ha hecho mirar al pasado? ¿Es nostalgia o necesidad de cerrar una etapa?

-Quizá las dos cosas, aunque, al final, no se ha cerrado ninguna etapa. El proyecto de Entre mil historias me está gustando porque también me atrae la parte más íntima que da un teatro.

-¿Ha cambiado los festivales por estas giras intimas?

-No exactamente. Sigo haciendo festivales, pero estamos separando de eso Entre mil historias, compuesto de muchas letras que ya estaban, pero que me apetecía cantar de otra manera. Y algunas se parecen más a lo que yo compuse en su día. Este disco es otra manera de vestir las cosas. Hay canciones, que, al desnudarlas, aportan otras cosas.

-¿Cómo se está sintiendo en estos teatro?

-Arropado y feliz. Al final del concierto, la gente nota la diferencia y todos contentos. Sales con la sensación de habernos contado esas historias de verdad. Más que cantarlas, ahora cuento lass canciones. Te permite otro tipo de ritmo, el teatro se llena de un silencio abrumante.

-Parece que al público le está gustando. ¿Cómo va la gira?

-Muy bien. Donde hemos ido se ha llenado de chatarreros y chatarreras que querían oír las canciones que se sabían de antes de otra manera.

-¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

-Yo vivo en un pasado constante y en un futuro presente. Me encanta la tecnología, te ayuda a economizar tiempo y te da muchas posibilidades. Pero sí que vivo mucho del pasado en cuanto a mis letras, porque el futuro es muy oscuro.

-¿Cómo ha preparado este espectáculo? ¿Qué vamos a ver sobre el escenario?

-Voy con una guitarra y percusión, y en algunas canciones también toco yo. Entre los tres nos hemos montado un salón de casa. Con el tiempo, el espectáculo ha ido cogiendo sabor.

-Es inevitable hablar de El Bicho con Miguel Campello, y seguro que a muchos de sus seguidores le encantaría volver a la banda en el escenario.

-Yo tengo dos amigos que se separaron, y me encantaría volverlos a ver juntos, lo que ya es muy complicado. Que vuelva El Bicho es como si yo intento que estos dos amigos regresaran, me haría mucha ilusión, pero ellos no piensan lo mismo. Han pasado muchos años y, aunque no hayamos perdido nuestra amistad, sí que se ha perdido esa magia que tenía ese grupo.

-¿Qué le parece Córdoba como plaza?

-Me encanta Córdoba. Es uno de esos recuerdos de El Bicho, cuando llegábamos al Quiñón y dormíamos en plan acampada. Hay muchas cosas que es imposible que vuelvan. Prefiero quedarme con el recuerdo bonito. Aunque, quien sabe, quizá volvamos dentro de unos años igual que otras bandas que han retomado ahora su trayectoria.

-¿Qué le diría a los que le conocen de aquellos tiempos para que vayan a escuchar ahora a Miguel Campello?

-Nada. No me gusta recomendar. Pero van a ver todas las ganas del mundo de ofrecer toda la música que podamos sacar de nuestras cuerdas vocales, guitarras y cajones. La actitud sigue siendo la misma de siempre.