Una «reflexión» sobre la historia del terrorismo de ETA entreverada en un relato policíaco de ritmo ascendente, así es Nunca fuimos héroes, la octava novela del exsecretario de Cultura Fernando Benzo, donde homenajea a la otra cara de la moneda de este conflicto: los que nos salvaron de él. Y si aborda los años más duros de ETA es porque puede, sabe y, por qué no, debe hacerlo ya que no solo se ha dedicado a la política cultural, sino que este madrileño (1965) fue durante cinco años Director Gerente de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, así como ocupó diversos cargos en el Ministerio del Interior entre 1996 y 2001.

De esta última etapa, escribió junto al entonces director del gabinete del ministro del Interior, Pedro Gómez de la Serna, un libro que recorría las vicisitudes de la lucha policial contra el terrorismo. Una obra de contenido sensible que nunca vio la luz, pero que hizo, años después, que Benzo (actual consejero delegado de Madrid Destino) se atreviera a embarcarse en esta aventura. «El primer sorprendido de que haya sido una novela policíaca soy yo -cuenta justo el día del lanzamiento de esta novela publicada por Planeta- porque lo que quería era narrar el viaje emocional de una persona, pero cuando terminé me di cuenta de que encajaba perfectamente en el género policíaco».

Se refiere el escritor al periplo personal del protagonista, Gabo, un comisario retirado que vuelve a la actividad tras la reaparición para volver a atentar de Harri, el terrorista que dedicó 30 años de su vida, tres décadas de investigaciones y seguimientos que le propinaron dolor y culpa. Dolor porque vio cómo compañeros policías y guardias civiles perdían la vida, y culpa porque no pudo salvar ni a ellos, víctimas también del terror que sembró la banda terrorista en España, ni a los ciudadanos contra los que volcaron toda su ira.

Por eso, en Nunca fuimos héroes se marcó un objetivo: «Combinar la reflexión de la Historia del terrorismo con un relato entretenido». Una meta a la que ha llegado «reviviendo» también su propio pasado, porque en estas páginas ficción y realidad «se han mezclado hasta confundirse», y han dado como resultado un «homenaje a varias generaciones que dieron su vida para protegernos».

«Porque no lo hemos hecho suficiente, sus recorridos vitales fueron sacrificados y heróicos y no se lo hemos reconocido, ni siquiera sabemos cómo son sus caras. Me sentía obligado a reivindicarlos porque nos han salvado la vida como sociedad», matiza este madrileño haciendo referencia a Cata, el Dandy o Javi, compañeros del comisario Gabo, y personajes con un poso de realidad.

Pero sin duda, la novela pivota en los tres protagonistas, los policías Gabo y Estela y el terrorista Harri, una suerte de portadores de los tres valores que impregnan cada párrafo: la culpa, la lealtad y la redención, el motor de Nunca fuimos héroes. Tres losas que caen sobre ellos, porque al final tanto los buenos como los malos son «personas» que sufren, se enamoran, tienen un objetivo y, sobre todo, se equivocan. Como así lo refleja también en los personajes de Estela, Sixto Aldama o Pazos: «Los buenos también cometieron errores tan graves en la lucha antirerrorista como fue la guerra sucia, por eso esta novela no es maniqueísta, los buenos no son tan buenos y hay que entender que se tuvieron que saltar algunas normas». Calificada ya como la otra cara de Patria, de Aramburu, a Benzo le da «pudor» que la comparen con esta «obra maestra».