Viendo su currículum, parece que la prestigiosa pianista Rosa Torres-Pardo (Madrid, 1960) vive en un avión en el que vuela sin parar de una parte a otra del mundo, lo que justifica porque «soy mayor y he tenido más tiempo», aunque no todo tiene que ver con los años transcurridos desde que decidiera vivir pegada a un piano y triunfar con él. En su bagaje están los mejores directores de orquesta y las salas más emblemáticas del mundo, y hoy llega al Teatro Olimpia de la localidad de Villa del Río para participar, a las 18.30 horas, en el Festival de Piano Guadalquivir, donde interpretará un concierto integrado por obras de Albéniz y Debussy.

-¿Por qué ha elegido este programa para el concierto?

-Porque estamos a punto de finalizar la conmemoración del centenario de la muerte de Debussy y tiene mucho en común con Albéniz. Me parece un programa que tiene mucho que ver con la música española, y es muy interesante por eso, porque es la mezcla de dos mundos distintos, pero, al mismo tiempo, muy conectados.

-¿Qué le parece esta cita con el piano?

-Maravillosa. El piano es un instrumento perfecto para tocar todos los repertorios del mundo y me parece perfecto acercar al público a este instrumento. Puede sorprender que en una localidad pequeña como Villa del Río se celebre una cita como esta, pero yo hacía un festival en una aldea de León, y para mí era el más importante del mundo. Lo hicimos durante 18 años y la gente venía de todas partes. Este tipo de festivales va creciendo y la gente se va aficionando.

-¿Cree que este tipo de encuentros logran el objetivo de acercar la música clásica al gran público?

-Sin duda. Y en el caso de este, aún más, porque trata de dar a conocer el patrimonio a través de la música. La gente va un día, le gusta, y de repente se da cuenta de que quiere escuchar más. La constancia es fundamental y no hay que tirar la toalla si a algún concierto va poca gente. Hay que seguir dándolo a conocer, que la gente se entere.

-Aunque ha desarrollado toda su carrera fuera de España, parece sentir especial predilección por la música española, especialmente ‘Iberia’, de Albéniz.

-Es nuestra música, es la que he mamado en mi casa. Mi madre tenía partituras de Iberia, me la ha cantado, me la ha bailado… Es algo completamente natural y uno tiene que hacer las cosas que entiende, lo que más le gusta. Eso no quiere decir que no disfrute muchísimo con Beethoven, pero hay que elegir un camino.

-Una parte de su actividad se implica con otras artes, como el cine. ¿Le gusta adentrarse en otras músicas?

-En otras música y en otras disciplinas artísticas. El cine es un vehículo increíble para dar a conocer la música, la danza. Es una mezcla de muchas artes, y eso me parece muy mágico. Le propuse a Saura la película Iberia, después hice un filme sobre el padre Soler, el músico del XVIII. Y como no podía parar, hice la de Granados. También he trabajado con la cantaora Rocío Márquez, con Arcángel y Cañizares.

-¿Qué le parece la irrupción del piano en el flamenco?

-Estamos acostumbrados a la guitarra, que es la marca del flamenco, pero el piano evoca mucho a la guitarra y viceversa, porque también con las cuerdas se toca el repertorio clásico español. Al final, todo es música, da igual con qué instrumento se toque.

-¿Le preocupan las críticas cuando se aleja de lo que esperan de una pianista?

-Tenemos una tendencia a encasillar a la gente. Parece que cuando haces algo que no es lo tuyo, ya te sacan del grupo. A mí me fastidia porque me puede limitar en un momento dado, pero voy a seguir trabajando para hacer lo que yo quiero.

-¿Cuál es su repertorio ideal?

-Normalmente, en el que estoy en ese momento. Ahora mismo, el programa que interpretaré hoy en Villa del Río me parece el mejor. Creo que cuando alguien se mete en algo, tiene que ser en ese momento lo mejor y, de algún modo, enamorarse.

-En su primera parte, el Festival de Piano Guadalquivir ofrece la oportunidad de actuar a un buen número de pianistas. ¿Qué le parecen las nuevas generaciones?

-Muy buenas. Están muy bien reparados, se ha invertido mucho en educación, ha habido una expansión de conservatorios y los jóvenes pianistas han salido fuera a preparase porque han tenido más posibilidades. Y eso sube el nivel. Además, hay mucho talento en este país.

-¿Qué diagnóstico haría del estado de la música clásica en España después de viajar por todo el mundo?

-Hubo una expansión que retrocedió con la crisis. Pero creo que lo que más afecta es la forma de vida. Por ejemplo, la gente ya no va al cine, espera a ver la película en cuestión en la televisión. Tenemos demasiado entretenimiento en casa para salir fuera.