Excelente película. De esas que tiempo después sigues dándole vueltas en tu cabeza. Cine del que ya se ve poco. En definitiva, una de las mejores películas del año, si no la mejor. Filmada en un blanco y negro impecable, nos recuerda cómo el séptimo arte nació de la fotografía. Viendo Cold War (Guerra Fría) uno vuelve a sentir lo que en otros tiempos con Bergman, Tarkovski... y tantos grandes maestros. El director polaco Pawel Pawlikowski ya nos deslumbró con otro bellísimo y duro filme monocromático, Ida (2013), sobre una novicia que sale del convento para descubrir el mundo exterior y acaba volviendo después de asomarse a la zona más oscura de la vida.

Y ahora, la música popular folclórica inaugura el relato que nos llevará por diferentes espacios (Polonia, Francia...) y tiempos (años 50 y 60 del siglo pasado) a través de una historia de amor imposible en tiempos no propicios para ello, los de la Guerra Fría. Un director musical descubre durante una audición a quien guíe sus pasos allá donde vaya. Deseo, pasión, celos, ausencia, reencuentro, sacrificio y un final que te deja completamente noqueado después de haber disfrutado de muy diversas situaciones y músicas: desde composiciones jazzísticas a folclóricas, desde bandas sonoras compuestas para películas hasta la pieza clásica que ilustra los títulos de crédito finales: las Variaciones Goldberg interpretadas por Glenn Gould, mientras leemos la dedicatoria a los padres del autor del filme. Por tanto, la música podría considerarse un personaje más de esta historia, ya que además los protagonistas (encarnados en los magníficos Tomasz Kot y Joanna Kulig) viven dentro de ese mundo. Cada plano está construido con la perfección que caracteriza a este cineasta que sabe, además, imprimir el ritmo necesario para que el relato evolucione como las aguas de un río: suavemente y sin estridencias.

Absolutamente todo está orquestado para que la película termine siendo una obra maestra, sin concesiones a la galería. Y, por supuesto, sin omitir la crítica necesaria que corresponde a las maneras que se estilaban en los tiempos del Telón de Acero.