Se acabó «lo bueno». Que en Córdoba en verano significa que llega el calor de verdad. De 35,2º C de ayer de máxima y los 36º C que prevé la Aemet para hoy en Córdoba, se pasará a los 44º C el viernes en la ciudad califal, nada menos que unos 9º C de ascenso a lo largo de la semana, que dejará atrás el atípicamente fresco mes de julio del 2018 para comenzar agosto con la mayor ola de calor en lo que va de año.

La temperatura ya será alta el martes, con 39º C, aunque será el miércoles, estrenando agosto, cuando se rebasará ampliamente los 40º C, una cifra que no se ha alcanzado en todo el mes de julio. De hecho, el día 1 se espera 42º C, que aumentará un grado el jueves y otro tanto el viernes, hasta llegar a 44º C, a partir del que se espera un lento descenso.

Sin embargo, más incómodas que las máximas serán las mínimas situadas entre 21 y 23º C a partir del miércoles, superando el límite de 20º C de la llamada noche tropical, en donde se hace difícil conciliar el sueño.

UN JULIO DESEADO POR TODOS / Pero antes de padecer insufribles máximas, hay que reconfortarse pensando que este mes de julio, según los datos y a falta de hoy y mañana, acabará siendo uno de los más frescos de las últimas décadas. De entrada, y pese a dos tandas de avisos amarillo por altas temperaturas, julio acabará sin ninguna máxima por encima de 40º C, cifra en la que en cuatro días se quedó cerca, pero sin rebasarse.

Aunque no va a ser el mes de julio más fresco de la historia (fue el de 1977, con una media entre las máximas y las mínimas los 31 días de 24,5º C), al menos sí que ha estado muy lejos de los dos últimos y tórridos veranos, donde se batieron récords como el de mayor número de días con máximas por encima de los 40º C o la máxima absoluta de los observatorios de la red principal, aquellos 46,9º C registrados en el aeropuerto de Córdoba el 13 de julio del pasado año.

PECULIAR ‘CAMBIO DE AIRES’ / Y es que los últimos meses, la primavera, providencialmente lluviosa cuando más se necesitaba y un fresco mayo, junio y julio, ha sido propiciada por un fenómeno atmosférico poco frecuente, aunque no inédito en el Sur de Europa. Se trata de un descenso en la latitud de la Corriente en Chorro (Jet Stream, en inglés), un pasillo de fuertes vientos de Oeste a Este en la alta troposfera, entre 7 y 12 km de altura (que bien conocen los pilotos de vuelos entre América y Europa), y que este año, a finales de febrero, bajó de latitud propiciando, por ejemplo y casi matemáticamente cada cuatro o cinco días, que las borrascas atlánticas cruzaran la Península.

Por supuesto, no toda la lluviosa primavera y fresco verano puede achacarse a este fenómeno, aunque sí es cierto que la ola de calor que se prevé tiene mucho que ver con la clásica llegada de una masa cálida desde el Sahara, con su habitual calima que ya se dejará sentir mañana, por ejemplo, en Málaga.