Hoy hace 40 años, el teniente coronel Antonio Tejero Molina entraba, pistola en mano, en el Congreso de los Diputados acompañado de unos cientos de guardias civiles -la mayoría de Tráfico- en el que ha sido el momento más delicado de los 42 años de democracia en España.

Varios diputados cordobeses se encontraban en el hemiciclo en ese momento: José Javier Rodríguez Alcaide, José Miguel Salinas, Manuel Gracia, Carmelo Casaño o Antonio Delgado de Jesús valoraron, horas después de su liberación, los momentos de tensión vividos durante el secuestro. Fue en una rueda de prensa en la ciudad, posible gracias a que el presidente de la Diputación Provincial de entonces, Diego Romero, dispuso de un vehículo que se desplazó a Madrid para recogerlos y traerlos a Córdoba, en donde ofrecieron una rueda de prensa para regresar posteriormente a la segunda votación que había de investir al nuevo presidente, Leopoldo Calvo Sotelo, que sucedía a Adolfo Suárez.

A pesar de la aparente tranquilidad de los no pocos cuarteles que había entonces en el caso urbano cordobés, los movimientos preventivos existían. El más llamativo, el acuartelamiento de todos ellos, cortando permisos y haciendo dormir en las instalaciones militares, aquel 23F a los soldados de la tierra, que entonces disfrutaban del conocido pase de pernocta. A pesar de todo, la tranquilidad era absoluta y las noticias de que en la sala Saint Cyr se celebraba un concurso de misses o que Híper Córdoba pasaba a llamarse Pryca se mezclaban con el paro de dos horas de Secem y Electromecánicas en defensa de la democracia, reafirmada dos días después en una gran manifestación en la ciudad.

JOSÉ MIGUEL SALINAS

"Temíamos las represalias al no cumplirse su plan"

Era en aquel momento el diputado más joven en el Congreso. José Miguel Salinas, a sus 26 años, vivió «uno de los primeros intentos de golpe Estado televisados en directo, eso repercute mucho en España y en el mundo», porque además «es un impacto desde el punto de vista personal». Salinas rememora aquella tarde, noche y madrugada del 23 al 24 de febrero de 1981. «Entraron como mandan los reglamentos cuando se asalta algo, con mucho grito, con mucha fuerza, con mucha autoridad para empequeñecer al asaltado. Como se ve en las películas, para desconcertar por completo al que está allí». Eso sí, horas después «se fue difuminando y no llega esa autoridad militar que él anunció que en muy poco rato iba a estar allí. Eso ya nos hizo pensar que no pasaba de ahí» el golpe de Estado y «lo que temíamos era que, al no salir nadie, hubiera represalias contra los que estábamos allí».

Los peores momentos, según Salinas, se vivieron «cuando llamaron a Suárez, Gutiérrez Mellado, Carrillo, Guerra y González, se corrió el pánico de que iban a descabezar a los líderes políticos», aunque luego, ya a primera hora de la mañana «nos enteramos de que los habían metido a cada uno en una sala, solos, para interrogarlos, pero no pasaron peligro», recuerda.

Otro momento tenso vivieron los diputados se produjo cuando «donde se sientan las taquígrafas, esa zona diáfana al lado de la primera fila donde está el Gobierno, acumularon las sillas y sillones que había sueltos en los pasillos y Tejero ordenó meterles fuego en caso de que se fuera la luz. Que la orden sea que te quemen vivo, pues lógicamente, sí que generó tensión allí en ese momento».

José Miguel Salinas.

JOSÉ JAVIER RODRÍGUEZ ALCAIDE

«A partir de las 12 de la noche perdió fuego y violencia»

«Hoy, visto desde la distancia aquello, que fue tan trágico, se puede contemplar como una tragicomedia y a la gente se le ha olvidado», opina José Javier Rodríguez Alcaide, que también vivió aquel día tan tenso como histórico y que enmarca en ese olvido lo que se vive en los últimos años: la gente «quiere ir al Congreso a asaltarlo y a decirle a los diputados de todo, como lo hemos visto en EEUU», con el asalto al Capitolio. Rodríguez Alcaide comenta que él lo pasó «realmente tranquilo. Di un salto y me puse la pared del hemiciclo por montera, desde allí lo vi, más arriba, con más tranquilidad y con menos desasosiego», aunque explica que «fueron momentos muy dramáticos. Tenía al lado a un sargento de Tráfico con la metralleta y estaba más nervioso que yo», recuerda ahora con una sonrisa, a pesar de que «amenazaba a todo el mundo». En todo caso, Rodríguez Alcaide comenta que pocas horas después del susto inicial, la percepción cambió. «A partir de las 12 de la noche fue perdiendo fuego y violencia» la intentona, aunque se vivieron «momentos dramáticos» cuando los golpistas se llevaron a los principales líderes políticos. «Ahí se echaba la imaginación a volar y a pensar lo que quisieras en aquel momento», reconoce.

Y una anécdota final: «Tenía un libro sobre informática, novedoso en aquella época y pasé la noche leyéndolo. El guardia civil de turno me preguntó y le dije que era de ordenadores y me contestó que no había problema». Cuando lo ves desde esta perspectiva puede parecer satírico, pero era fantasmagórico y al mismo tiempo peligroso».

José Javier Rodríguez Alcaide y Carmelo Casaño, ante el Congreso de los Diputados.

CARMELO CASAÑO

«Tejero se cuadró ante Lavilla: ‘Lo que ordene’»

Un detalle ciertamente llamativo lo remarca Carmelo Casaño, aunque lo hace sobre la parte final de aquella larga noche, cuando el fracaso del golpe era notorio, casi oficial. Casaño comenta que «al final, a las 11.00 horas del 24 de febrero, Tejero entró» al hemiciclo para dirigirse al presidente del Congreso, Landelino Lavilla y comunicarle que iban a salir ya todos los diputados. «Lavilla le dijo: ‘Bueno, van a salir, pero van a salir por orden, porque del hemiciclo no es fácil de salir, tenemos un orden de salida’». Ante la respuesta del presidente del Congreso, «Tejero se cuadró a Landelino y le contestó: ‘Lo que ordene’».

«Creo, siempre lo he dicho, que allí hubo dos momentos», afirma Casaño. El primero, «el inicial de sorpresa, el pensar que era un golpe de Estado evidente porque los guardias civiles de Tráfico, que eran los que estaban en el ajo, porque los otros, los del tricornio, los habían llevado allí de relleno». Ese momento inicial incluye, lógicamente «los disparos al techo del Congreso, donde todavía se ven los tiros, fue algo que nos dejó muy perplejos y muy preocupados», admite. La segunda impresión llegó mucho después, «cuando se empezó a ver que aquello tenía muchos signos de fracaso, porque la autoridad militar competente que debía llegar allí no llegaba. No llegaba nadie. Tejero aparecía de vez en cuando por la puerta del hemiciclo cada vez más nervioso y pasaba el tiempo. Los propios guardias civiles que vigilaban decían que estaban escribiendo a su novia y los habían llevado allí», rememora en la actualidad Casaño con una sonrisa. «A las 11 o 12 de la noche veíamos que había fracasado», concluye.

Salinas lee el manifiesto al final de la manifestación del 27 de febrero.

POLICÍA DESTINADO EN EL GOBIERNO MILITAR

«Hubo movida, pero luego no pasó nada»

Está jubilado desde hace más de un año después de casi cuarenta años como policía local en Villanueva del Rey, por lo que mira lo ocurrido hace 40 años con una sonrisa, pero sin olvidar las horas, los pocos días que se vivieron. Manuel Viso estaba destinado como policía militar en el Gobierno Militar de Córdoba y debía incorporarse tras un breve permiso el 24 de febrero de 1981. Había estado en su pueblo y las noticias le hicieron llamar a su cuartel. «Aquí están interrumpiendo todos los pases de pernoctas y las madres están llorando», recuerda Viso de aquellos dos días de tensión. «Es verdad que en la mañana del 24, al incorporarme a primera hora, la Policía Militar tenía cortado el acceso al Polígono de Chinales porque bajaban camiones con munición» a repartir entre los distintos cuarteles que había entonces, el principal, el de Lepanto. También estaba en la avenida Medina Azahara el Regimiento de Artillería. «En el Gobierno Militar empezaron a traer camas y camas, porque se quedaban a dormir hasta los mandos, no solo la tropa, todos estaban acuartelados», explica Viso.

Pero todo pareció diluirse casi con la misma rapidez con la que Tejero se entregó, 18 horas después de su entrada al Congreso, al director general de la Guardia Civil, José Luis Aramburu Topete. Manuel Viso recuerda que «había cierta movida importante. Tuvimos que estar acuartelados un par de días porque estaba la cosa complicadilla», reconoce, aunque «luego ya se solucionó todo enseguida».

Además, se convocó para unos días después la manifestación en apoyo de la Constitución, algo que llamó la atención a Viso. «Como el Gobierno Militar estaba al lado, se veía todo el Paseo de La Victoria lleno, hasta lo que era entonces Galerías Preciados. Y siempre en silencio, no se oían gritos ni pasaba lo que pasa ahora, tristemente», comenta.

Nada más licenciarse, Manuel Viso se presentó a la oposición a policía local de Villanueva del Rey y logró la plaza. Algo más de 38 años después, el 25 de diciembre del 2019, se jubiló. Y fue testigo de la historia en Córdoba.

El 'recuerdo' de los que no habían nacido

Ángel Laguna, estudiante, 19 años

"Sí, claro que sé lo que pasó el 23-F. El teniente coronel Tejero intentó dar un golpe de Estado y entró en el Congreso de los Diputados a tiros. Bueno, en mi familia tampoco se ha comentado mucho, lo que sé es por lo estudiado en Bachillerato, donde nos explicaron, aunque no mucho, lo que pasó. El resto lo he visto por internet".

Reyes González, monitora de teatro, 27 años

"Tejero asaltó el Congreso cuando se iba a investir a Calvo Sotelo como presidente. Era el militar que lideraba el golpe en Madrid y del que se hizo famosa su frase: «Que te sientes, coño», en medio del asalto. Mi abuela y mi madre siempre contaban que aquel fue el día que más miedo pasaron de sus vidas. Creyeron que la democracia se esfumaba".

Álvaro Casillas, empresario, 31 años

"Sí sé lo que fue el 23-F, un intento de golpe de Estado en el año 1981, en el que estaba al mando Antonio Tejero. Entraron en el Congreso y secuestraron a los diputados y al Gobierno. Tejero era un coronel de la Guardia Civil e intentó tomar el poder militarmente para controlar el país. Sí, claro, mi abuelo y mis padres me hablan de este día con bastante claridad".

Noé Arroyo, periodista, 27 años

"Sí, el 23-F hubo un intento de golpe de Estado por parte de algunos militares. Tejero fue el militar que encabezó el intento de golpe entrando en el Congreso de los Diputados. Llegó a disparar al techo de las Cortes. El Rey Juan Carlos no tardó mucho en mandar un mensaje al pueblo español de que había sido un intento. En mi adolescencia me lo contaron mis padres al ver imágenes".

Ángel J. Martínez, comunicación, 32 años

"Fue un intento de golpe de Estado por parte de algunos militares de la época. Tejero fue el gran cerebro de aquello y el que se pegó más tiempo condenado. Fueron años muy revueltos en España. En apenas cinco años pasamos de una dictadura a una democracia. Estaba ETA en el horizonte, Franco había muerto en la cama y había designado a Juan Carlos I su sustituto. Muchos militares no encajaban con buen gusto decisiones democráticas".