-¿Qué balance hace del 2019?

-Ha sido un año regular. Un sector importante como el de los cítricos ha pasado una campaña bastante complicada, aunque este año parece que mejoran los precios. Y el sector del aceite ha tenido un gran problema, y sigue teniéndolo, con los precios. En el olivar, después de los aranceles de Trump, que fue un varapalo importante añadido a los precios que había, se nos comunicó un almacenamiento que en las dos primeras licitaciones han sido absolutamente frustrantes porque entre las dos no se ha almacenado el 10% del aceite. A ver si se enmienda y se recupera un poco el mercado. El sector de cereales y grandes cultivos sigue en crisis y poco a poco vemos que el paisaje se va transformando y van desapareciendo estos cultivos en los que Córdoba siempre tenía un peso importante. El olivar se convirtió en cultivo refugio y, ahora, el almendro. En los próximos años se desarrollará mucho el almendro en Córdoba. Es una alternativa pero pasa por la disponibilidad de agua.

-¿La falta de agua es uno de los grandes problemas de futuro del campo cordobés?

-La agricultura de secano no podrá ser competitiva y va perdiendo poco a poco competitividad. Además, no tiene margen para modernizarse o para acometer nuevas plantaciones más modernas. Al final, la agricultura de secano se condena. En ese sentido, hay una preocupación importante en Córdoba porque corremos el riesgo de que cada vez seamos menos relevantes en la agricultura a pesar de la importancia que Córdoba siempre ha tenido.

-¿Qué está ocurriendo para que no se haya avanzado en el último año nada en la Mesa del Agua de Córdoba?

-Es así. Veo una falta de sensibilidad importante en las distintas administraciones. Necesitamos en Córdoba mayor apoyo político importante que todavía no hemos tenido para ampliar el regadío y sí han tenido otras provincias. Jaén contó con un gran respaldo y ha convertido la mitad del olivar en cultivo de regadío. Sevilla lo ha tenido siempre y sigue teniéndolo. Pero Córdoba ha sido siempre la gran huérfana y se ha quedado atrás. Poco a poco, el resto de la agricultura se está transformando y Córdoba, salvo las zonas tradicionales de regadío, está anclada en el secano.

-¿Cómo se soluciona el problema de los precios del aceite?

-Tenemos una campaña baja, pero hay un enlace alto, con lo que se vuelve a convertir en una campaña de elevada producción. Hemos de buscar nuevos mercados y lo estamos haciendo. Nos posicionamos líderes en EEUU y nos llegaron unos aranceles que no entendemos. Nuestro Gobierno no ha trabajado suficiente y no le ha dado suficiente importancia a este problema. Nos ha dejado desamparados. Tenemos que solucionar el problema americano, porque no tiene ningún sentido que paguemos nosotros las ayudas ilegales que se le han dado a Airbus. España tiene que exigir que la Unión Europea se responsabilice, además de que hemos de seguir trabajando en nuevos mercados. Lo de EEUU no es un arancel, es un cierre de fronteras porque no podremos competir con el resto de aceites del mundo.

-¿Al ser menor la cosecha de aceite está habiendo menos problemas con la falta de mano de obra en el campo cordobés?

-Es complicado. Quizás hay menos problemas este año al ser más corta la cosecha, pero tenemos un gravísimo problema que hay que abordar. Hay una normativa que prima no trabajar en el campo. Tenemos un desempleo importante, pero al mismo tiempo tenemos una falta de mano de obra significativa. Lo más grave es que no se nos permite contratar mano de obra extranjera. Llevamos dos años intentándolo y no estamos consiguiendo absolutamente nada. Esto está provocando también transformaciones de olivar en superintensivo.

-¿Le preocupa la negociación de la PAC post-2020?

-Las dificultades presupuestarias están ahí. Nos llega solo que llegarán recortes presupuestarios. La salida del Reino Unido se utilizará como excusa para reducir los fondos. Además, será una PAC más nacionalizada, cada país desarrollará sus estrategias en lugar de optar por una agricultura europea. Será un reparto de talones que cada vez serán más pequeños.

-¿El agricultor es consciente de que hay que ir hacia una producción más sostenible con el medio ambiente?

-Debe haber sentido común en la PAC. Más conservadores de la naturaleza que el sector agrario hay pocos, por muy demonizados que hayamos salido, injustamente, en la última cumbre de Madrid. No hay sector que tenga más interés por la naturaleza que el sector agroganadero, que es el que está conservando el medio ambiente. Pido que las medidas que se adopten tengan la mayor racionalidad y sentido común.