Es una obsesión para los mandos y una necesidad innegociable para la tropa. Hablamos de la seguridad. Mientras que los primeros Nyalas enviados a Afganistán hacen sus primeras misiones entre Camp Stone y Qala i Naw, el resto hacen zig-zags, frenan, derrapan y se aparcan una y otra vez con un pitido de advertencia y un sonido bronco pero fiable, de su motor de 275 caballos, en las pistas de destreza de Cerro Muriano (Córdoba).

A este mastodonte de más de tres metros de altura, contando la torre, le han bautizado en la BRIMZ X el Transformer . No hay más que echarle un vistazo a sus líneas angulosas y robustas. Pero sus formas no son baladíes: su punto fuerte es, precisamente, su monocasco de acero y kevlar --una poliamida especial que otorga al vehículo una protección especial-- que, sumado a su chasis en forma de V, le permite expandir las ondas de las minas y demás artefactos de forma segura para sus ocupantes. Por eso se adquirió con carácter de urgencia y por eso están ya operativos en la misión más arriesgada de nuestra FAS en Afganistán.

"Tiene mucha fuerza y se comporta muy bien", señala del RG-31 el Brigada Sánchez Aguilar, instructor de los cursos que se han llevado a cabo en Cerro Muriano. Este veterano militar muestra una sonrisa de satisfacción más que evidente cuando se le pregunta por el nuevo blindado. "Sin embargo, dicen que de estabilidad anda justo", se le pregunta al mando. Pero tarda segundos en convencerte de que con un centro de gravedad tan alto y una anchura de solo 2,4 metros, la ley de la gravedad hace el resto, y los milagros no existen. Además, la prioridad del vehículo es la protección de sus ocupantes.

Y es que, junto a la defensa contra minas, el armamento que lleva --una torre de origen israelí-- va accionado por control remoto en el interior del vehículo --"con un joystick como en la play station", señala gráficamente el Teniente Coronel Castilla Trillo--, lo que mejora la seguridad del tirador, que no tiene que exponerse en el exterior para hacer los disparos.

"Este cacharro tiene una capacidad de protección impresionante", sostiene satisfecho uno de los asistentes al último curso, el cabo primero Callejón, de la octava bandera de la Legión, con base en Viator (Almería).

"Aparte de la comodidad y el sistema de armas, ha mejorado mucho los BMR con los que hemos estado operando hasta ahora", añade el conductor.

Callejón, junto a sus 23 compañeros de unidad que han pasado esta semana por Córdoba, partirá el próximo mes de marzo a Afganistán, donde podrá reencontrarse con los RG-31. "Estoy ya frito por ir, tengo muchísimas ganas como el resto de mis compañeros", asegura este militar, que podrá, sin lugar a dudas, sentirse un poco más seguro dentro de estos antílopes surafricanos.