Mi hermano murió el 21 de marzo, día en el que en teoría se acaba el invierno, aunque después de la debacle, nos resulta imposible pensar que este año también habrá primavera. Solo nos consuela y nos reconcilia con el mundo pensar que estuvo atendido, cuidado y mimado por una legión de Ángeles: el personal de enfermería de la planta 5°C del Hospital Reina Sofía, enfermeras, auxiliares, limpiadoras, celadores... así como los Servicios de Medicina Interna, Hematología, Digestivo y Otorrinolaringología... Todos. Todos han dado lo mejor de sí mismos para que el Tito (así lo llamaba todo el servicio) se sintiera confortable y amado. Nunca jamás podré pagaros tanta profesionalidad y tanta bondad, solo deciros que por seres humanos como vosotros, se salva el mundo entero.

Mi agradecimiento eterno y que la vida os bendiga.