Diplomacia

China vuelve a tratar de mediar entre Ucrania y Rusia para encontrar una solución política a la guerra

Desde Pekín se ha promocionado durante toda la semana esta nueva oportunidad para conseguir “una solución política” como otro evidencia de su rol de mediador

El presidente de China, Xi Jinping, y el de Estados Unidos, Joe Biden, se saludan en Indonesia en noviembre de 2022

El presidente de China, Xi Jinping, y el de Estados Unidos, Joe Biden, se saludan en Indonesia en noviembre de 2022 / Europa Press - Archivo

Adrián Foncillas

Es el segundo intento de lo que China llama “diplomacia itinerante”: una ronda por las principales capitales involucradas en la guerra de Ucrania para intentar detenerla. Li Hui, enviado especial para Eurasia, emprende mañana un periplo por KievMoscú Bruselas al que los expertos no le conceden excesivas posibilidades de éxito. También pasará por FranciaAlemania Polonia en orden y fechas aún desconocidas.

Desde Pekín se ha promocionado durante toda la semana esta nueva oportunidad para conseguir “una solución política” como otro evidencia de su rol de mediador. “En los últimos dos años no hemos dejado de esforzarnos en promover la paz y las conversaciones”, dijo ayer la portavoz del Ministerio de Exteriores, Mao Ning. “Todo lo que hemos hecho tiene un solo objetivo, que es construir un consenso para acabar con la guerra y pavimentar el camino hacia la paz (…) Continuaremos en nuestro papel, con diplomacias itinerantes, levantando consensos y contribuyendo con la sabiduría china”, continuó.

Es improbable que Li lo consiga. Incluso el mediador más terco y diestro fracasará si las partes están aún ocupadas en zurrarse para solidificar sus pretensiones en el campo de batalla. El conflicto carece de final a la vista cuando ha entrado ya en su tercer año y suma decenas de miles de muertos. A Ucrania se le amontonan las malas noticias: ha perdido recientemente enclaves estratégicos como Avdiivka, apenas ha recibido un tercio de las municiones prometidas por la Unión Europea y teme que desfallezca el compromiso de Estados UnidosRusia no padece aún el derrumbe económico que había pronosticado Occidente con sus sanciones gracias a sus relaciones con el sur global. Ni una ni otra han mostrado interés por sentarse a hablar.

Escenificación china

Digerido el previsible fracaso, caben las especulaciones sobre las razones de la iniciativa china. La escenificación de sus esfuerzos no es descartable. China recordaba esta semana que no se ha “sentado tranquilamente” y mucho menos se ha lucrado de la guerra en alusión poco sutil a EEUU y su suministro energético a Europa. Tampoco es inverosímil que forme parte de su campaña para reparar las relaciones con Bruselas que la guerra ha estropeado. El presidente chino, Xi Jinping, tiene prevista una gira por Europa y Li podría matizar la estrategia de Pekín en el conflicto, opina Li Lifan, especialista en Rusia de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái. Los cambios en su mediación “responderían a las quejas de los países europeos”, ha opinado en el diario hongkonés South China Morning Post.

 China ha reivindicado una equidistancia que Occidente le niega. No ha condenado la invasión rusa pero ha reclamado el respeto a la integridad territorial ucraniana. Su plan de doce puntos presentado el pasado año, que exigía un alto el fuego inmediato, fue aplaudido en Brasil y el Sur Global y desdeñado en Bruselas y Washington por no distinguir entre agresor y agredido. Esas desconfianzas ya dinamitaron el tour previo de Li por las mismas capitales.

Fue en mayo del pasado año y le juntó con, entre otros, el presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. Li apenas pudo congratularse tras regresar a Pekín de la “calurosa” recepción de las partes y de que ninguna había cerrado la puerta de las negociaciones pero asumió que la situación aún no estaba suficientemente madura para acercarlas a una mesa.

Enviado rusófilo

Li fue ungido por Xi como su hombre en el conflicto ucraniano. Muchos incidieron en su rusofilia y en la medalla a la amistad que recibió de Vladímir Putin tras sus diez años como embajador en Moscú. Había ingresado en el Departamento de Asuntos Soviéticos y Europa del Este del Ministerio de Exteriores en 1975, cuando Moscú y Pekín coqueteaban con la guerra y Mao ordenaba cavar refugios nucleares. Fue nombrado viceministro de Exteriores en 2008 y enviado a la cancillería de Moscú un año después. Habla ruso fluido y lee con devoción a Tolstoi, Pushkin o Dostoievski. “Conoce el alma rusa”, coinciden los que han trabajado con él.