China, India, Sudáfrica

La rebelión del sur global sobre la guerra de Ucrania alarma a Occidente

China aprovecha el escepticismo de los países de América Latina o África sobre la unidad de apoyo de Occidente a Ucrania

Vladimir Putin y Xi Jinping.

Vladimir Putin y Xi Jinping.

Mario Saavedra

En Europa, Norteamérica, Australia o Japón, el relato sobre la guerra en Ucrania es casi uniforme, sin grietas: Rusia ha invadido a sangre y fuego un país soberano en un afán imperialista. Hay que apoyar a la democracia ucraniana, ir con todo, con el único límite de evitar una escalada fuera de control. Pero al otro lado del espejo, en América Latina, África, Asia, el conflicto se ve de forma diferente. Se acusa a Occidente de hipócrita por su apoyo sin ambages al país europeo invadido mientras deja morir otras causas como la lucha palestina contra la ocupación israelí, o defiende guerras ilegales lanzadas por Estados Unidos. 

  • “¿Recibirán al presidente Putin en Sudáfrica?”, preguntó el presentador de la BBC a Fikile Mbalula, el secretario general de la ANC, el partido en el Gobierno en una entrevista reciente 
  • “¿Arrestar a un jefe de Estado como Putin? ¿Cuántos crímenes ha cometido Reino Unido en Irak? ¿Cuántos crímenes han cometido los que ahora hablan tanto en Irak o Afganistán? ¿Les han arrestado?”, dijo Mbalula, en una respuesta que se viralizó en redes sociales

Otra muestra, también de Sudáfrica:

  • “No se puede decir que porque Ucrania haya sido invadida, de pronto la soberanía es importante”, ha dicho Naledi Pandor, ministra de Exteriores sudafricana. “Nunca fue importante en Palestina. Es muy extraño. Si creemos en la ley internacional de verdad, cuando se viola, se debe aplicar. Creemos que esa aplicación selectiva se debe abandonar”.

Una más, de India:

  • “Europa piensa que los problemas de Europa son los problemas del mundo, pero que los problemas del mundo no son problema de Europa”, ha dicho el ministro de Exteriores indio, S. Jaishankar. 

El llamado sur global, esencialmente los países del hemisferio sur, en vías de desarrollo, y en particular los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se ha rebelado contra el discurso occidental y pelea contra el relato aliado sobre la invasión rusa de Ucrania. Rechazan la guerra, pero también el apoyo total e incondicional al país invadido. Evitan condenar frontalmente a la Rusia de Vladímir Putin, de la que algunos reciben armas, otros turismo, aquellos inversiones..

El choque se vio claro en la cumbre entre la Unión Europea y los países de América Latina y Caribe de la semana pasada. A los organizadores europeos les pareció buena idea plantear la posibilidad de invitar al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Algunos países latinoamericanos pusieron el grito en el cielo. Los sesenta países de ambas zonas llevaban ocho años sin reunirse y había muchos temas bilaterales que tratar. La UE decidió dar marcha atrás, pero era demasiado tarde. El factor Ucrania contaminó el encuentro de jefes de Estado y de Gobierno. El empeño de incluir en el comunicado final una condena a la invasión rusa estuvo a punto de dar al traste una declaración consensuada. Finalmente se incluyó una condena tibia a la invasión: “Expresamos nuestra profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania, que continúa causando un inmenso sufrimiento humano [...] restringe el crecimiento, aumenta la inflación, interrumpe las cadenas de suministro, aumenta la inseguridad energética y alimentaria”.

A río revuelto, ganancia de China

Por supuesto, el sur global no es homogéneo. Venezuela, Cuba o Nicaragua en América Latina, o Malí, República Centroafricana, Sudán o Argelia en África, difícilmente van a condenar a una Rusia con la que en muchas cosas están alineados. Hay otros países, como Brasil, que juegan a una suerte de equidistancia diplomática entre las dos partes enfrentadas, promoviendo el final negociado del conflicto incluso si eso incluye ceder parte del territorio.

Otros están claramente del lado ucraniano. “¡Estimados colegas! ¡Hoy día es Ucrania, pero mañana podría ser cualquiera de nosotros!”, espetó Gabriel Boric, presidente de Chile, en la cumbre de UE-CELAC. “Aquí se ha violado claramente el derecho internacional no por las dos partes, sino por una, que es la invasora: Rusia”.

En este río revuelto, hay países que se están beneficiando económicamente. El ejemplo más palmario es India, que está obteniendo ríos de petróleo barato por las sanciones a la exportación desde Rusia. También China.

“China está utilizando un discurso anti occidental y anti colonial para, creo, preparar el terreno sobre el asunto de Taiwán”, opina Alicia García Herrero, directora jefe para Asia-Pacífico en el banco Natixis. El presidente chino Xi Jinping quiere incorporar la isla democrática a la República Popular China, por la fuerza si es necesario. “Esto es muy peligroso, y Occidente tiene que despertar a esta realidad y contraargumentar en la medida de sus posibilidades”. 

Pekín también se está beneficiando económicamente de la situación. La experta en geoeconomía destaca los últimos datos de exportación del país asiático, que muestran cómo están enviando a Rusia muchas de las materias y productos que necesitan para evitar el colapso de su economía a pesar de las sanciones globales y mantener el esfuerzo de guerra, evitando siempre el envío de armas que sería un choque frontal. 

"Con la compra de gas ruso, China e India han limitado el impacto de las sanciones", asegura a este diario por su parte Henry Lee, profesor de la Universidad de Harvard. "Los esfuerzos de Estados Unidos y la Unión Europea de poner techo al precio de venta del petróleo ruso parece haber reducido los ingresos de las petroleras y gasistas rusas (no del Gobierno, que ha aumentado los impuestos). Pero últimamente, los países y vendedores internacionales han encontrado formas ingeniosas de saltarse los controles. A la larga, sin embargo, Rusia no podrá compensar con las compras de China e India y sufrirá económicamente".

En lo diplomático, el sur global se decanta mayoritariamente por la abstención. Es como si prefiriera no alinearse. En la histórica resolución de condena del Consejo de Seguridad de la ONU del 2 de marzo de 2022, ocho de cada diez países votaron a favor, pero se abstuvieron China, India, Irán, Sudáfrica, Pakistán, Irak, Sudán o Vietnam, entre otros 35. Desde entonces, Europa y Estados Unidos han tratado de ir convenciendo poco a poco a los países menos reactivos de que se aproximen a las posiciones de los aliados de Ucrania. 

Rusia ha sido castigada con un conjunto de sanciones sin precedentes. El efecto, sin embargo, ha quedado limitado por la negativa del sur global a alinearse con Estados Unidos y la UE. “Rusia no ha colapsado porque China, India, Brasil y Sudáfrica, entre otros países, han seguido comerciando con ella”, escribe Francis Guilès, investigador asociado de Cidob. “Para ellos, la guerra es lamentable pero debe ser gestionada con altos el fuego y compromisos”.

El analista destaca un ángulo muerto en el marco de análisis global: la congelación de los activos rusos en dólares en el exterior “ha mandado un mensaje de advertencia” a algunos países del sur global y “ha minado la credibilidad del dólar como moneda segura en un momento en el que China se ha convertido en la nación con más comercio del mundo y acelera el uso del yuan como moneda de cambio en el comercio bilateral”. Argelia, por ejemplo, ha firmado los nuevos contratos de gas con una cláusula que permite la revisión, cada medio año, de la moneda en la que se deben pagar los suministros. 

La próxima cumbre de los países BRICS en agosto en Sudáfrica va a ser un momento clave. En este contexto, el pasado viernes, la justicia sudafricana ha emitido una orden de arresto contra el presidente ruso. Y ello a pesar de que el presidente del país, Cyril Ramaphosa, había dicho que una posible detención de Putin supondría “una declaración de guerra”. El país africano es miembro del Tribunal Penal Internacional, que ha dictado la detención del mandatario por el traslado ilegal de niños ucranianos durante la guerra. El Kremlin ha confirmado que el presidente ruso no acudirá a la cumbre. Lo hará su ministro de Exteriores, Sergéi Lavrov.