Odisea en la Amazonía

La sabiduría indígena que ayudó a sobrevivir a los niños perdidos en la selva de Colombia

Los pequeños, de 13, 9, 4 y 1 años, conocían el terreno en el que estuvieron deambulando, sus grandes peligros y sus códigos, y se alimentaron de frutos, semillas y raíces que sabían que eran comestibles

La vida de los cuatro niños rescatados en la selva, el milagro que da esperanza a Colombia

La vida de los cuatro niños rescatados en la selva, el milagro que da esperanza a Colombia

Redacción

La sabiduría indígena adquirida desde sus primer aliento ayudó a sobrevivir a los cuatro niños que pasaron 40 días perdidos en la selva de Colombia. Y también fue determinante en las labores de búsqueda, en la que participaros miembros de las comunidades originarias. De hecho, un guardia indígena fue el que les encontró en una zona aún inexplorada.

Los pequeños, de 13, 9, 4 y 1 años, conocían el terreno en el que estuvieron deambulando, sus grandes peligros y sus códigos, y se alimentaron de frutos, semillas y raíces que sabían que eran comestibles. "La supervivencia de los niños es una muestra del conocimiento relacionado con el medio natural de vida, el cual se enseña desde el mismo vientre de la madre", ha explicado la Organización Nacional de Pueblos Indígenas de Colombia (OPIAC).

"Son niños criados en la selva, y la mamá y el papá tenían mucha experiencia en ello, porque el paisano enseña a los niños la educación tradicional. Ellos van a la escuela y en casa aprenden del manejo de la selva, de la andanza, qué frutas son comestibles y todo lo de la supervivencia", ha explicado Gilberto, una de las personas que colaboraron en la búsqueda, informa el diario 'El Espectador'. Con cinco años, los niños ya acompañan a sus padres a cazar y las niñas aprenden a cultivar la yuca.

Durante algunos días, los "hijos del monte", como les ha bautizado su abuelo, comieron la fariña (harina de yuca) que había a bordo del avión accidentado. También se alimentaron con algo de la comida lanzada al azar por los helicópteros del Ejército durante los días que duraron las labores de búsqueda. Pero, además, consumieron semillas, frutas, raíces y plantas que habían identificado y sabían que eran comestibles, ha detallado a la AFP Luis Acosta, responsable nacional de las guardias indígenas de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

"Fuerza espiritual"

"Son niños indígenas y conocen muy bien la selva. Saben qué comer y qué no. Lograron sobrevivir gracias a eso y a su fuerza espiritual", añade Acosta, que participó en las operaciones de búsqueda.

"Tenemos una conexión particular con la naturaleza", resume Javier Betancourt, otro dirigente de la ONIC. "El mundo necesita esta relación particular con la naturaleza, favorecer a quienes, como los indígenas, viven en la selva y la cuidan".

Durante la búsqueda, militares y pueblos originarios unieron sus fuerzas durante unos 20 días. El presidente Gustavo Petro alabó este "encuentro de saberes indígenas y militares" en favor del "bien común", unido al "respeto por la selva". El Ejército emitió grabaciones de audio desde helicópteros en las que la abuela de los niños les pedía en lengua huitoto que no se movieran y les advertía que los estaban buscando.

"Nos organizamos, nos coordinamos", explicó el líder de la ONIC. Cerca de 84 voluntarios, miembros de las guardias indígenas de los departamentos de Caquetá, Putumayo, Meta y Amazonas, se unieron entonces al centenar de comandos de la Operación Esperanza.

Con presencia en varios departamentos, estos guardias indígenas, armados únicamente con palos y pañuelos de colores, garantizan la seguridad de las comunidades y la vigilancia de los territorios indígenas, que se enfrentan o cohabitan con numerosos grupos armados activos en el país. Sus relaciones con los militares son a veces difíciles.

Marcas para guiar a los niños

En la selva del Guaviare, el dúo funcionó. Todos los días elaboraban un informe conjunto sobre las operaciones, mientras los nativos realizaban sus propios rituales para los 'espíritus' de la selva, utilizando su tradicional mambé (un polvo hecho con hojas de coca y ceniza) y chirrinchi, una bebida fermentada.

Utilizando machetes y botes de pintura en aerosol, los rescatistas dejaban marcas pequeñas 'trampas' (troncos cortados o colocados estratégicamente) aquí y allá para guiar a los niños.

También se utilizaron los conocimientos medicinales de los indígenas para adaptarse a las difíciles condiciones de la selva, tratando rasguños, astillas, picaduras de insectos, agotamiento y dolor físico.

Los indígenas han "trabajado bajo la lluvia, en tormentas y en muchas situaciones difíciles, pero siempre con la esperanza y la fe espiritual de poderlos encontrar", dijo Acosta.