"La paz exige diálogo, no sanciones". Lo ha recordado esta mañana Li Keqiang, primer ministro chino, en la tradicional rueda de prensa que finiquita la Asamblea Nacional Popular o Legislativo. El trámite servía de mirada periférica sobre cualquier asunto interno o externo de actualidad: por ahí discurrían Taiwán, Hong Kong, la guerra comercial y otras riñas con Estados Unidos, los vaivenes económicos… Ucrania hoy exige el foco, también en China.

Las sanciones “solo dañarán la recuperación económica global” tras la epidemia del coronavirus, ha alertado Li. China no ha secundado los castigos que le llueven a Moscú desde Occidente y las preguntas sobre si incrementará su floreciente comercio bilateral para que vadee el drama no han recibido respuestas claras. La factura económica de la guerra es segura y sólo falta medirla. El Fondo Monetario Internacional citaba recientemente la inflación y la ralentización de la actividad industrial en varios países entre las consecuencias “muy serias”. Oxford Economics pronostica que la guerra recortará el PIB global en dos décimas y en seis si continúa durante los próximos meses.

“Apoyamos e incentivamos todos los esfuerzos que llevan a una solución de la crisis. La tarea más apremiante es prevenir que escale la tensión o que la situación salga fuera de control”, ha afirmado Li. Sus respuestas a las preguntas de la prensa internacional, previamente acordadas, perseveraron en la equidistancia. No habló de invasión ni de guerra y evitó condenar a Moscú pero subrayó que la soberanía territorial de Ucrania tiene que ser respetada. No se ha movido un milímetro China de su neutralidad en dos semanas, ilógica porque iguala a agresor y víctima, pero imprescindible para salvar la única salida diplomática. A sus excelentes relaciones con Moscú y Kiev han apelado la Unión Europea y Estados Unidos para que medie en el conflicto, descartados otros actores por polarizados.

Neutralidad china

Li defendió la política exterior independiente china en busca de la paz, aclaró que “la situación actual en Ucrania es grave” y desveló que Pekín está “apenado y preocupado”. Y, en el enésimo equilibrio, pidió el respeto tanto a la soberanía nacional como a los legítimos intereses de seguridad. “De acuerdo a esas bases, China hace sus propias evaluaciones y colaborará junto a la comunidad internacional para lograr que la paz regrese lo antes posible”. Pekín anunció la semana pasada el envío de la Cruz Roja de China e importantes donaciones económicas en ayuda humanitaria que seguirán, puntualizó, “el principio de neutralidad”.

Sobre el coronavirus, único asunto que podía rivalizar con Ucrania, tampoco hubo respuestas contundentes. No desveló Li cuándo China se sumará a la tendencia aperturista global. El país ha vadeado la epidemia con una factura ridícula si la comparamos con las mortandades globales pero persiste la duda de cuánto tiempo puede seguir encerrado. “Ha sido nuestro mayor desafío durante este tiempo y no nos hemos conformado con la solución fácil sino que hemos dedicado nuestros mayores esfuerzos”, ha dicho el primer ministro. No es probable que China quite el candado hasta el Congreso del Partido Comunista de octubre, donde se confirmará un inédito tercer mandato presidencial para Xi Jinping. Ahí se jubilará Li tras una década acompañando en la sombra al presidente. El primer ministro terminó su última rueda de prensa dando las gracias en inglés a la prensa extranjera.