El 21 de enero de 2010 algo cambió en Estados Unidos. En una decisión muy ajustada, el Tribunal Supremo del país revertió la ley que limitaba el dinero que empresas privadas, grupos de presión y sindicatos podían dar para apoyar a un candidato, abriendo así la puerta a que su interesada contribución y la financiación de los presidenciables se haya disparado desde entonces.

Las elecciones de este año son otro ejemplo de esa falta de límites. La campaña del demócrata Joe Biden y sus grupos de apoyo externos habrían recaudado un total de 1.378,9 millones de dólares, mientras que la del presidente Donald Trump y sus grupos externos habrían recaudado 863,5 millones de dólares, según el Center for Responsive Politics, una organización de Washington que investiga las donaciones políticas. Según sus proyecciones, las elecciones presidenciales (que también incluyen la inversión de candidatos fracasados) y del Congreso de 2020 llegarán a un coste de 14.000 millones de dólares, el máximo histórico con casi el doble que las de 2016.

Con septiembre y octubre, la campaña de Biden cerró dos meses de recaudación récord llegando a los 432 millones de dólares, mientras que la campaña de Trump se quedó en 251,4 millones. Durante el mes de septiembre el Comité Nacional Demócrata y los grupos de apoyo a Biden levantaron 177,3 millones de dólares, casi el triple que los 63,1 millones recaudados por el Comité Nacional Republicano y los grupos trumpistas.

Entre los mayores donantes de Trump están el magnate de los casinos Sheldon Adelson, que ha dado 75 millones dólares a su campaña, la compañía Walt Disney, con 10,5 millones o Isaac Perlmutter, presidente de Marvel, que ha levantado otros 10,5 millones. Por otro lado, entre los mayores contribuyentes a la campaña de Biden están el grupo empresarial del exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, que ha aportado más de 57 millones, o Dustin Moskovitz, cofundador de Facebook, con 22 millones.

El llamado “dinero oscuro”, recaudado por grupos y organizaciones externas a las campañas que no revelan sus donantes, también ha roto récords al canalizar 177 millones en recaudación.

Problemas de financiación

Los problemas de financiación llevaron al presidente a anular actos en varios estado bisagra —como se conoce a los que se decantan entre ambos bandos y tienen la capacidad de determinar el rumbo de las elecciones— para ir a un acto de recaudación en California. El comité oficial de reelección es el que debe pagar los costos más importantes de la carrera presidencial, como los anuncios de televisión.

Sin embargo, una mayor inversión no asegura una victoria electoral. En 2008 y 2012 Barack Obama superó con creces a sus rivales republicanos, John McCain y Mitt Romney, recaudando 745 y 722 millones de dólares y ganó las elecciones. Pero el 2016 Hillary Clinton recaudó 769,8 millones y aún así perdió ante Trump, que impulsó su campaña con 433,3 millones en fondos.

Biden supera a Trump

El estado financiero de ambos candidatos puede ayudar a entender sus gastos publicitarios. Hasta el pasado julio, los republicanos invertían más en anuncios de televisión (unos 80 millones de dólares) que los demócratas, que destinaron 44,2 millones. Sin embargo, los problemas de recaudación llevaron al nuevo director de la campaña de Trump, Bill Stepien, a recortar la publicidad en estados clave como Michigan o Pensilvania. “No tiene sentido poner anuncios en estados que sabemos que vamos a ganar”, señaló Samantha Zager, portavoz de la campaña a AFP.

Desde finales de julio, la publicidad televisiva ha sido un barrido de los de Biden, que han relanzado su bombardeo propagandístico en busca del voto indeciso. La campaña demócrata ha gastado un total de 515 millones de dólares para las elecciones, mientras que la republicana se ha quedado en 409 millones, según Kantar Media. Se espera que lleguen a 553 y 439 millones. “(Biden) ha hecho la mayor inversión en publicidad pagada en la historia de las campañas presidenciales”, señalaba su director de campaña, Jen O'Malley Dillon, en un informe interno.

Si solo se enfoca en la publicidad digital, cada vez más relevante, en lo que llevamos de año Trump ha gastado 227,9 millones de dólares en anuncios, 128,9 millones en Facebook y 99 millones en Google. Por su lado, Biden ha invertido 178,4 millones, 94,9 en Facebook y 83,5 en Google. Sin embargo, el 24 de octubre el demócrata superó por primera vez a su rival en inversión en propaganda digital.

Los científicos de datos dudan de que una mayor inversión publicitaria suponga necesariamente un mejor resultado electoral. En 2016 Trump gastó menos de 100 millones y dio la sorpresa ante Clinton, que había gastado 270 millones en anuncios. El magnate se sirvió del impacto de sus mítines y de la generosa cobertura mediática de su campaña para ganar. Sin embargo, ahora la pandemia puede haber truncado su fórmula de la victoria.