Múnich parece haber vivido su particular Columbine, aquella masacre de 1999 en que dos jóvenes mataron a 12 estudiantes y un profesor en un instituto de EEUU. Tras horas de especulaciones y dudas, la policía bávara confirmó ayer que el autor del tiroteo perpetrado el viernes en pleno centro de la ciudad estaba recibiendo tratamiento psiquiátrico por un caso de depresión. De esa manera las autoridades quisieron descartar una de las hipótesis más sonadas del caso que vinculaban al joven de 18 años, identificado como Ali Sonboly, con un caso de terrorismo yihadista impulsado por el grupo autoproclamado Estado Islámico. Todo apunta a que la masacre fue obra de un desequilibrado obsesionado con la violencia.

Tras haber registrado su domicilio durante toda la mañana, el jefe de la policía de Múnich confirmó que el autor del ataque no tenía vínculo alguno con el radicalismo islámico ni con la ultraderecha. Lo que sí encontraron fue notas y libros que apuntan a que el chico, de quien hay indicios que pese a ser musulmán chií se convirtió al cristianismo pasándose a llamar David, tenía una fijación con el asesino noruego Anders Breivik, autor de la matanza de Utoya, y por las armas y otros casos de masacres masivas. Algunos medios informaron que tenía la foto de Breivik en su perfil de Whatsapp. Hijo de un taxista y una dependienta, Alí también era un gran aficionado a los videojuegos bélicos y violentos.

BAÑO DE SANGRE / En su casa, la policía no halló material que le vinculara a ningún grupo extremista, pero sí el libro ¿Por qué matan los niños?, consagrado a asesinos múltiples juveniles. Así, según apuntó el jefe de la policía de Múnich Hubertus Andrä, se trataría de un «tiroteo masivo clásico» sin motivaciones políticas o religiosas. En alemán este tipo de ataques se conocen como Amok, una palabra intraducible al español que engloba las ideas de un baño de sangre y de un acto de locura psicótica. Durante el ataque, el asesino gritó a varias personas que, desde la distancia, le increpaban.

Un diario germano reprodujo una conversación que mantuvo el joven con un vecino tiempo atrás, y que da a entender que había sufrido bullying en su adolescencia:

-Vecino: «Eres un gilipollas...».

-Asesino: «Por gente como vosotros yo fui acosado durante siete años».

-Vecino: «Eres un capullo. Eres un capullo».

-Asesino: «…y ahora tengo que comprar una pistola para dispararos».

-Vecino: «Una pistola... que te jodan. Tu cabeza no está bien».

OBSESIÓN CON LOS PISTOLEROS / La agencia alemana DPA apuntó que el pistolero idolatraba a Tim Kretschmer, más conocido como el asesino de Winnenden, otro joven de tan solo 17 años que el 11 de marzo del 2009 se atrincheró en una escuela de secundaria del estado alemán de Baden-Württemberg, asesinó a 16 personas, hirió a otras nueve y posteriormente se suicidó. David podría haber seguido ese ejemplo durante la tarde del viernes. Tras abrir fuego en pleno centro de Múnich contra gente joven el chico decidió acabar con su vida y se suicidó de un disparo en la cabeza.

La policía también estudia si existe un posible vínculo con la matanza de Utoya, en Noruega. Justo ayer se cumplieron cinco años de los atentados en el que el militante ultraderechista y xenófobo Anders Breivik asesinó a sangre fría a 69 jóvenes e hizo detonar una bomba en el centro de Oslo que acabó con la vida de ocho personas más. Andrä también señaló que el asesino pirateó la cuenta de Facebook de una joven donde escribió que en el McDonald’s iban a ofrecer hamburguesas gratis. Su intención era atraer allí a cuantos más jóvenes mejor.

El ataque perpetrado en pleno centro de la capital bávara fue especialmente cruel con los jóvenes. Seis de las nueve víctimas mortales eran menores de edad y tenían entre 13 y 17 años. Los otros tres fallecidos tenían 19, 20 y 45 años de edad. Seis de las víctimas fueron hombres y otras tres mujeres.

SIN ANTECEDENTES / Como en otros casos, la policía solo ha identificado al autor del tiroteo con su nombre y la primera letra de su apellido para respetar el derecho a la privacidad de sus familiares. De momento ha trascendido que este joven era un ciudadano muniqués con la doble nacionalidad alemana e iraní y que probablemente era musulmán de la rama chií, lo que ha ayudado a descartar el vínculo con Estado Islámico. La policía también aseguró que se sirvió de una pistola Glock de nueve milímetros ilegal para perpetrar la matanza, y que llevaba cerca de 300 balas como munición.

El joven vivía desde hacía dos años en Múnich junto a sus padres y su hermano pequeño en unos apartamentos sociales del vecindario de Maxvorstadt en el que viven numerosos ciudadanos extranjeros. H