La guerra de Libia ha llegado a la isla italiana de Lampedusa en forma de tres barcazas, procedentes de puertos libios, que transportaban a 800 norteafricanos. Se trata de una avanzadilla de lo que las autoridades temen que será una ola migratoria que el Ministerio del Interior estima podría superar los 50.000 inmigrantes y refugiados y llegar a los 300.000 si cae el régimen de Muamar el Gadafi. Los nuevos inmigrantes se suman a los casi 20.000 que, desde enero y procedentes principalmente de Túnez, han llegado a esa isla italiana, que vive de la pesca y el turismo y está situada 113 kilómetros más al sur que la ciudad de Túnez.

Solo en los últimos tres días han llegado a Lampedusa 2.800 inmigrantes, una avalancha humana que la isla, de 5.000 habitantes, ya no soporta. En protesta, los pescadores bloquearon ayer el puerto con sus barcos y Raffaele Lombardo, presidente autonómico de Sicilia, región de la que depende Lampedusa, amenazó con tomar medidas drásticas si el Gobierno nacional no se apresura a desalojar a los inmigrantes. En Lampedusa, como en Italia, gobiernan los conservadores.

REDISTRIBUCION El titular de Interior italiano, Roberto Maroni, ha prometido que mañana el Consejo de Ministros tratará la cuestión. Mientras, ha enviado un buque militar y un ferri privado para trasladar a una parte de los recién llegados a otras zonas de Italia, donde tampoco los quieren. "Todas las regiones, excepto Abruzos que todavía se está recuperando del terremoto del 2009 deberán albergar a una parte", afirmó el ministro de Interior.

Maroni no ha sabido organizar una respuesta adecuada a una llegada tan masiva de inmigrantes --que no son indocumentados--, previsible desde enero, cuando la mecha de las revueltas prendió en Túnez. Algunos comentaristas afirman que unos 5.000 o más inmigrantes desatendidos están siendo usados como imagen disuasoria para quienes, en Túnez, aún no han decidido si viajar a Europa.

Las imágenes que llegan desde la isla muestran la tragedia humana. Los tunecinos y libios viven acampados en el puerto, en las colinas y en los campos del lugar, con tiendas improvisadas, algún váter químico traído solo la pasada semana y a pan y agua del Estado, excepto el pasado domingo, cuando los isleños les prepararon un cuscús colectivo. Los isleños viven encerrados en casa, las escuelas están cerradas y los jóvenes manifiestan a diario su protesta en el puerto.

Interior ha anunciado el envío en los próximos días de grandes barcos para llevarse a unas 10.000 personas, pero el problema es que nadie los quiere.