La intensidad de los bombardeos aéreos de la coalición franco-británica y norteamericana contra el régimen autoritario de Muamar el Gadafi enfrentaron ayer a los países europeos y dividieron a la OTAN en una tormentosa reunión del Consejo Atlántico. Las mismas divisiones que habían retrasado una actuación europea firme contra Gadafi durante las últimas semanas hasta que la oposición libia estuvo a punto de ser borrada del mapa afloraron con la máxima crudeza tanto en la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE) como en el posterior Consejo Atlántico a nivel de embajadores.

Italia amenazó con privar de bases aéreas a la coalición si el mando de la operación no pasaba inmediatamente a la OTAN, para de este modo limitar el alcance de los ataques aéreos al régimen de Gadafi, hasta ahora socio político y económico privilegiado del Gobierno italiano.

Turquía también condicionó cualquier implicación de la Alianza Atlántica en las operaciones contra Gadafi a una drástica restricción de su capacidad de ataque militar en territorio libio y garantías de que se evitarán daños a la población civil.

Tanto Italia como Turquía dejaron claro que no aceptaban la intensidad de los bombardeos de la coalición contra Libia desde el sábado. El ministro italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, advirtió de que su país no aceptaba "una guerra contra Libia" y que quería verificar que los ataques "se ajustaran estrictamente" a la resolución de las Naciones Unidas. Alemania, por su parte, insistió en su negativa a involucrarse en las operaciones, con o sin la OTAN, y volvió a criticar la involucración en el conflicto libio.

PARIS QUIERE LA INICIATIVA Francia, principal impulsor de la intervención militar contra Gadafi, se opuso a que la OTAN asumiera el mando de las operaciones con el argumento de que "no sería aceptable para los países árabes" que respaldan la intervención, según explicó el ministro francés de Asuntos Exteriores, Alain Juppé. Detrás de esta versión oficial se esconde el temor de París de ver muy restringida su capacidad de ataque a las fuerzas de Gadafi si el mando de las operaciones pasa a la OTAN. Francia teme que las limitaciones militares que implica someter los ataques al consenso de los 28 aliados enquisten la crisis libia a un conflicto de larga duración en la que cada parte se consolidaría en el territorio que controla actualmente. Por ello, Francia quiere aprovechar su actual libertad de acción militar para precipitar la caída de Gadafi mediante contundentes ataques aéreos antes de aceptar transferir la dirección de las operaciones a la OTAN.

Juppé dejó abierta la posibilidad de una próxima participación de la OTAN en la misión dentro de "unos cuantos días", pero dio a entender que sería con un papel secundario de planificación y coordinación.

La mayoría de los países aliados, sin embargo, defendieron en el Consejo Atlántico que la OTAN asumiera la responsabilidad de dirigir la operación militar. El primer ministro británico, David Cameron, se mostró abierto a transferir el mando de la operación a la OTAN.