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Sola en el zoco

Trinidad Jiménez apoya las reformas egipcias y el regreso del turismo con una visita al gran mercado de El Cairo y ofrece la experiencia española.

Nada a simple vista parece recordar en El Cairo la revolución que hace poco más de un mes, el 11 de febrero, puso fin en Egipto al régimen de Hosni Mubarak. Nada en la plaza Tahrir, donde el destartalado parque automovilístico nacional ocupa otra vez de forma caótica y a bocinazos el espacio que hace solo unas semanas hicieron suyo los manifestantes. Nada en las calles permite adivinar que el país celebra este sábado el referendo sobre la reforma constitucional, un paso decisivo en una transición todavía incierta. Ni un póster, ni un cartel, ni nadie que pida el . O el no .

Toque de queda

Solo el despliegue del Ejército a partir de medianoche, cuando empieza a regir durante seis horas el toque de queda, es la huella visible de lo ocurrido. Eso y la ausencia de turistas en una ciudad normalmente tomada por legiones de extranjeros. A media mañana de ayer, el siempre atestado zoco de Jan el Jalili parecía un páramo, cuando entre sus callejuelas se paseó la ministra de Exteriores española, Trinidad Jiménez que, con esta visita, quiso lanzar un mensaje de confianza hacia la transición iniciada en Egipto y a favor de la recuperación del turismo en el país, como le han pedido todos los interlocutores con los que se ha entrevistado durante los dos días: desde Muhamad Husein Tantaui, presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y hombre fuerte del país, hasta los representantes de la Coalición de Jóvenes 25 de enero, protagonistas de la revolución. El asunto no es baladí. Antes de la revuelta popular, el turismo suponía entre el 10% y el 15% del PIB, y ahora los ingresos por este concepto han caído en picado.

Además de ofrecer el apoyo para que Egipto trate de recuperar esta fuente de ingresos, Jiménez brindó a los egipcios la experiencia española de la transición. A los Jóvenes de la Coalición 25 de enero los invitó a visitar España, a conocer a los distintos partidos políticos y, pese a apreciar diferencias entre "rupturistas y continuistas", abandonó Egipto con un convencimiento: "Cuando un país decide acometer un proceso de transición democrática, este se consolida". Un voto de confianza para Egipto.

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