Mientras Manuel Zelaya calificó la represión en las carreteras de Honduras como "una barbarie a los ojos del mundo", su esposa, Xiomara Castro, ironizó: "Van a decir que fueron balas de goma". Tras una semana de calentar la militarizada zona fronteriza sin poder protagonizar el reencuentro familiar, Xiomara Castro regresó a Tegucigalpa para visitar a los heridos y encabezar en el interior del país "la estrategia que el presidente quiere".

La madre, la esposa y los hijos de Zelaya quedaron apartados en la carretera hasta que un juez ordenó que les abrieran paso. Pero los militares les impidieron llegar a la frontera porque su comitiva, con familiares y amigos, era de 60 personas.