Suele ser lugar común en tiempos de campaña electoral, tachar de «electoralista» cualquier acción de gobierno o cualquier propuesta destinada a atraer al votante con promesas que, en una gran parte, son difícilmente satisfechas. Sin embargo, esto no hay que verlo como algo negativo, pues qué sería de la política sin el electoralismo.

Además, la redacción de los programas de los partidos, que casi nade lee, es siempre una oportunidad para que los políticos renueven su compromiso con la ciudadanía. Los programas electorales son, en realidad, una radiografía de la sociedad a la que se dirigen los partidos políticos, para, en función de ella, renovar su discurso y proponer acciones para intentar solucionar los problemas de los ciudadanos. Gracias al electoralismo, los partidos se comprometen a llevar a cabo medidas que, sin la perspectiva de unas elecciones, no realizarían. Por ello, sean bienvenidas las campañas electorales y las promesas que en ellas hacen las distintas formaciones políticas.

En el caso de las elecciones andaluzas del 2-D, es lamentable que, en vez de desarrollarse en un ambiente de electoralismo sano y útil para nuestra Comunidad, los partidos estén en clave nacional, como si las andaluzas fueran la primera vuelta de unas elecciones generales que probablemente se adelanten a la primavera. A pesar de los esfuerzos de Susana Díaz por separar las elecciones andaluzas de otra contienda electoral (antes solían coincidir con las generales) y así evitar que los temas nacionales interfieran en la campaña, la realidad es que no lo está consiguiendo, ya que en cualquier debate entre partidos sale el tema catalán, el de la justicia o el de la corrupción, dando igual que eso tenga que ver o no con los problemas de Andalucía. Se echa, por tanto, en falta un sano electoralismo que haga a los partidos políticos concretar sus promesas en acciones dirigidas a los problemas de los andaluces. Nos gustaría saber, por ejemplo, qué ideas tienen los partidos para resolver el deterioro evidente de nuestra sanidad pública, el fracaso escolar, las altas tasas de desempleo, la salida de nuestros jóvenes mejor preparados, la falta de cobertura en banda ancha de nuestros territorios rurales, la precariedad laboral, la pobreza infantil, la asistencia a los mayores, la brecha salarial por género...

Lamentablemente, estamos perdiendo, una vez más, la oportunidad de aprovechar las elecciones andaluzas para radiografiar nuestra tierra, hacer un buen diagnóstico de ella y plantear propuestas para solucionar sus problemas. En definitiva, de hacer buen electoralismo.

* IESA-CSIC