¿Cuánto dinero debe contener el futuro Fondo de recuperación económica de la UE?, ¿cómo distribuirlo entre los países afectados por la covid-19?, ¿a través de préstamos o subvenciones?, ¿entre qué sectores y países? Son algunas de las preguntas que todavía no tienen respuesta y que probablemente tampoco la obtendrán hoy, durante la cuarta cumbre en siete semanas que celebran los jefes de Estado y de Gobierno de la UE por videoconferencia desde que estalló la pandemia.

La cita es clave para que los líderes europeos despejen de una vez por todas su compromiso político con un plan de inversiones europeo y den un mandato «lo más claro y potente» a la Comisión Europea para que presente una propuesta lo antes posible.

El Ejecutivo que lidera Ursula von der Leyen lleva semanas perfilando un plan de choque para reactivar la economía europea con una cifra en mente: movilizar 1,6 billones de euros en los próximos tres años a través de la emisión de deuda comunitaria y utilizando el Marco Financiero Plurianual para el período 2021-2027 como palanca para obtener recursos en los mercados financieros. La idea de Bruselas para aumentar la capacidad financiera, y lograr financiación adicional, es elevar el techo de gasto hasta cerca del 2% de la Renta Nacional Bruta (actualmente, del 1,23%) para mejorar la capacidad de la Comisión de recaudar fondos a un bajo interés.

Un planteamiento de momento totalmente abierto y que podría poner sobre la mesa tan pronto como el próximo 29 de abril, una vez reciba hoy las indicaciones de los líderes europeos. Todo dependerá de las conclusiones de la «discusión estratégica» que mantendrán los Veintisiete a partir de las tres de la tarde. «Teóricamente es una idea viable pero veremos porque no solo requiere unanimidad, sino también la ratificación de los parlamentos», sostienen fuentes diplomáticas sobre la modificación de los recursos propios de la UE. En todo caso, a estas alturas prácticamente nadie discute que hará falta un fondo de recuperación potente, con una capacidad de fuego «significativa», para reactivar la economía europea -aunque algunos países como Holanda consideran que es pronto para poner cifras sobre la mesa- ni que la situación es de máxima urgencia porque «la crisis que viene será enorme y no puede ser subestimada», argumentan las mismas fuentes.

RED DE SEGURIDAD / El punto de partida de unos países y otros, del grupo de los llamados frugales -Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia- que defienden un presupuesto lo más austero posible, o de los amigos de la cohesión -España, Italia, Portugal o Francia- no es, sin embargo, el mismo aunque las tensiones vividas en el último Eurogrupo, cuando necesitaron dos días para cerrar la triple red de seguridad de emergencia, parecen haber desaparecido.

«La atmósfera en los contactos ha sido buena», aseguran fuentes cercanas al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que el lunes organizó un encuentro preparatorio al que asistieron Giuseppe Conte (Italia), Emmanuel Macron (Francia), Angela Merkel (Alemania), Mark Rutte (Países Bajos) y Pedro Sánchez (España) que sirvió para recuperar el tono. Ese día España repartió una propuesta entre el resto de socios europeos que aboga por crear un fondo de recuperación de 1,5 billones de euros, financiado a través de la emisión de deuda perpetua, y que daría subvenciones, y no préstamos reembolsables, a los países afectados por el covid-19 a partir del 2021.