Un agujero negro es una concentración de masa en el espacio tan potente que provoca un campo gravitatorio de tal fuerza que ni la luz puede escapar del mismo. Toda la materia que hay en su entorno acaba cayendo en él, pero antes su comportamiento delata que se está precipitando en ese pozo cósmico, que es lo que analizan los científicos para saber de su existencia.

Viene al caso porque las malas noticias son como agujeros negros y los inversores, su observadores científicos. Los que invierten el dinero propio y ajeno, a nadie se le oculta, no son indiferentes a nada que pueda poner en peligro sus fondos y rentabilidades esperadas. Ayer tuvimos un buen ejemplo de ello. El Ibex 35 sufrió su mayor caída desde finales de septiembre, al retroceder el 2,45% (hasta los 8.362,3 puntos). La caída se comió prácticamente la mitad del ascenso acumulado en enero, mes que al final se ha cerrado con un alza del 2,38%.

¿Alguien piensa que el escándalo de corrupción del PP es ajeno a esta fuerte caída, que los inversores no levantan los ojos de los números para fijarse en estos tristes y turbios asuntos? Pues se equivoca, como demuestra el impacto de la noticia en todos los medios económicos de comunicación del mundo. A estas informaciones se sumaron los cambios hipotecarios del Gobierno, unos resultados del Santander peor de lo esperado y el temor a la economía de EEUU. Nadie sabe que pasa dentro de los agujeros negros, por cierto...