Es uno de los sectores más innovadores del mercado, pero ni por ello se libra de las debilidades de la economía. La industria de las telecomunicaciones sufre desde hace ya años una guerra de precios que, aunque pausada, parece no tener fin, lo que sumado a la caída del consumo derivada de la crisis está llevando a las firmas del sector a tener que ajustar sus plantillas.

La última en tener que hacer un "amplio plan de transformación", como lo definió el propio operador, es Vodafone. La compañía presentó la semana pasada un expediente de regulación de empleo (ERE) que podría afectar a un máximo de 900 de los 4.300 empleados de la empresa (el 21% del total). Según la firma, se busca lograr "una estructura más ligera, eficiente, competitiva y centrada en las prioridades estratégicas de la compañía": la experiencia del cliente, la competitividad de la oferta y la mejor conectividad de servicios".

PRESION REGULATORIA El operador del logo rojo añadió que se trata de un "paso necesario" para "adaptar la dimensión de la compañía a la nueva realidad del sector y al entorno económico actual", caracterizado por "la caída del negocio tradicional --voz y mensajería--, la alta competencia y la presión regulatoria", que, en su caso, han provocado una pérdida de ingresos del 30% en los últimos cuatro años.

Sin embargo, el caso de Vodafone no ha sido el único del sector. En abril del 2011, Telefónica anunció la necesidad de reducir la plantilla en un 25%, y pactó con los sindicatos la salida de 8.500 personas entre el 2011 y el 2013, con el objetivo de "garantizar la viabilidad y competitividad de la compañía en los próximos años". El ahorro de la firma con el expediente ascendía hasta los 1.400 millones de euros.

Orange tampoco se libró de tener que realizar recortes, y de hecho fue la primera que los hizo: en el 2008 la compañía pactó un ERE por el que salieron de la compañía más de 600 trabajadores. "El sector se ha tenido que ir adaptando a los nuevos tiempos, pues tenían plantillas algo sobredimensionadas", afirman a este diario fuentes del sector.

La reacción de las empresas no es sino reflejo de la situación de un sector marcado por los constantes cambios derivados de la tecnología (smartphones , ADSL) y el entorno económico. Así, según datos de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), en el tercer trimestre del 2012 (últimos datos disponibles) las empresas del sector ingresaron en servicios destinados a los clientes particulares 6.951,74 millones de euros, cuando en el 2008, durante el mismo periodo, la facturación alcanzó los 8.793,75 millones. Es decir, en cuatro años, las ventas han bajado un 20,9%.

DESCENSO DE PRECIOS Esta caída de la facturación es, en parte, debida al ajuste de precios que han tenido que realizar las firmas, por la competencia y también por las exigencias de las autoridades europeas, que han ido fijando precios máximos en algunos servicios como las llamadas en el extranjero. Según la CMT, si se toma como referencia el segundo trimestre del 2009 (primero desde que se mide esta variable), los precios de la telefonía móvil han caído un 27,5%.

Ante la situación del mercado, con un consumidor al que cada vez le cuesta más llegar a fin de mes, las firmas han tenido que redefinir sus tarifas y adaptarse a nuevas realidades, como por ejemplo la irrupción de los móviles con acceso a internet y la caída de los SMS. Aparecieron las tarifas planas de llamadas, los bonos de acceso a internet, se regalaron casi por completo los SMS... Y despegaron las operadoras móviles virtuales, capaces de ofrecer tarifas más baratas (Yoigo también supo aprovechar esta carta). Además, el pasado año algunas empresas (Movistar y Vodafone) optaron por dejar de pagar parte de los terminales: en vez de focalizarse en captar nuevos clientes, optaron por intentar retener a los que tenían. La tercera gran operadora, en cambio, decidió continuar subvencionando terminales, y los usuarios no le han dado la espalda. Orange España aumentó su facturación un 1,2% en los nueve primeros meses del 2012.