La imagen que deja Florin Andone en El Arcángel es la del guerrero de cuchillo en boca, peleón, que desespera a los rivales y que hace que los dos centrales estén amonestados antes del descanso. Un triunfador. Con olfato goleador. No obstante, la historia de Florin Andone con la blanquiverde no fue fácil desde el inicio.

El club anunció su llegada sin especificar muy bien si era para el primer equipo o para el filial. Al día siguiente salió González a la palestra para dejar claro que era un jugador para el segundo equipo. Y además, suplente. Porque las lesiones no respetaron en exceso al descarte del Villarreal, que se vio en la puerta de salida del club en el mercado invernal. No obstante, Florin supo sacar rédito de la mala situación que atravesaba el primer equipo en la élite, con una clara falta de compromiso, especialmente de mediocampo para arriba. Entonces llegó el 5-0 en el Camp Nou y aquella particular arenga de Djukic en la que dejaba claro que habría cambios en su equipo. “Quiero guerreros de cuchillo en boca”.

Florin ya había marcado en Copa ante el Granada el día de la niebla, haciendo prácticamente un gol por partido en sus cuatro primeras intervenciones con el primer equipo (asumiendo que provocó el gol de Abdoulaye en propia puerta en Vallecas). Su espíritu guerrillero caló hondo en la grada, que se llevó las manos a la cabeza cuando el técnico serbio lo volvió a mandar con el filial. “Tampoco vamos a pensar que Florin es Van Basten”, dijo Djukic. No jugaba exactamente como el mítico delantero holandés, pero con el equipo virtualmente descendido, el club optó por ir paseando jugadores por el escaparate de Primera. Y en esa política Florin era un fijo. Tanto fue así que el pasado verano ya se dieron los primeros amagos de vender al rumano. Lo movió el club, pero no hubo manera de encontrar una oferta que satisficiera los intereses de las partes. “El año que viene, Florin y diez más”

Lo aguantó el Córdoba y terminó de explotar. Tanto fue así, que en enero el club lo renueva por unas cantidades desconocidas en El Arcángel: un año más de contrato a razón de unos 400.000 euros por temporada (“el jugador mejor pagado de la plantilla”, dijo González sin entrar en cantidades), y una cláusula de 10 millones en Segunda (impuestos aparte). El futbolista dejaba de cobrar el mínimo interprofesional para convertirse en la estrella del equipo.

Se va un Florin desacertado en los lanzamientos de penlati. De hecho, Oltra ni le dejaba tirarlos, lo que le ha podido privar de ser Pichichi de Segunda. Se va un Florin sin un papel especialmente destacado en Francia, pero con un Eurocopa disputada. Se va tras dejar claro que no se podía “permitir el lujo” de jugar otro año en Segunda. Se va tras dejar los correspondientes dividendos.

Se va un jugador carismático, con un carácter excesivamente fuerte que le ha llevado a enfrentarse con más de un compañero de caseta. Un jugador admirable para verlo desde la grada.